“No puedo respirar. Me duelen las piernas. Quisiera morirme ya”. Con la voz entrecortada y un llanto incontenible. Así llegó A.G. al consultorio de la psicopedagoga Silvia Bono. El niño tiene 12 años. No sabe leer bien. Ni escribir. Ni sumar. Vive un verdadero calvario cada día, cuando va a la escuela y sus compañeros lo hostigan a toda hora. Su madre no sabe en qué momento empezó a sufrir bullying. Lo cierto es que tanto ella como su hijo no dan más. Y a pesar de que buscaron ayuda, siguen sin tener una solución.
Silvia sospechó inmediatamente que el retraso en el aprendizaje que mostraba A.G. estaba relacionado al bullying. Confirmó su hipótesis cuando el adolescente comenzó a hablar tartamudeando, uno de los síntomas que desarrolló -según la experta- por tanta violencia que sufre en la escuela pública a la que asiste. “Tiene hasta ataques de pánico”, detalla.
“Hice la denuncia del caso y me presenté como mediadora ante el Ministerio de Educación; pedí la intervención del gabinete psicopedagógico. Lo que sufre este chico es una verdadera pesadilla. Creo que es un milagro que esté vivo”, opina, antes de empezar a dar los detalles del caso.
Bono comenta que A.G. padece sobrepeso, diabetes e hipertensión infantil. Ahora está siendo tratado por sus problemas de salud. Además, es tímido. “En cada recreo, sus compañeros lo agarran de punto, igual que en el aula. Le dicen gordo sucio; ni siquiera quieren acercarse a él. Lo golpean, le arrancan pelos de la cabeza, le escriben el delantal y llegarlo a orinarlo. Es tremendo lo que le hacen. Él queda inmovilizado, o se esconde detrás de los armarios”, cuenta. “La pregunta es: ¿dónde están los docentes?”, plantea.
“Pero aún es peor lo que constaté que le hizo un profesor de educación física. Primero, al exigirle que haga los mismos ejercicios de sus compañeros, sabiendo de sus problemáticas de salud. Segundo, mientras lo obligaba a que salte la soga le escuché decir: ‘vamos, saltá gordo vago’. Notifiqué todo esto a la dirección de la escuela; me contestaron que era difícil de probar lo que les estaba planteando”, comentó.
La psicopedagoga confesó que el menor llegó a autolesionarse. Fue el momento en el que decidió constituirse como denunciante del caso. “Los padres tienen mucho miedo. La violencia paraliza. Tal vez es el caso más grave que conozco, pero no es el único. Cada vez hay más bullying y no veo que se esté actuando en tiempo y forma. Las familias reciben amenazas. Los chicos están en riesgo. Por supuesto que el acoso los lleva a pensar en la posibilidad de quitarse la vida. Está totalmente relacionado con los suicidios. Los chicos acosados se sienten devastados”, señaló la especialista en violencia escolar.
Al consultar sobre este caso al Ministerio de Educación, Mariano Albornoz -vocero- comentó que no tienen información ni denuncias de este hecho. Remarcó que en los últimos días han incrementado las tareas de prevención de acoso escolar, capacitación de docentes y directivos. Además, señaló que ante cada denuncia tienen un protocolo según el cual actúan.