MADRID.- Lionel Messi rompió ayer una sequía de 1.127 días sin marcarle a Real Madrid y con una actuación estelar, a la altura de sus mejores noches, guió a Barcelona a una victoria por 3-2 en el Santiago Bernabéu que los mantiene con vida la Liga española.

El rosarino marcó el empate transitorio cinco minutos después del primer gol de Real Madrid, forzó la expulsión de Sergio Ramos en el 77’ y en el último segundo marcó el 3-2 definitivo que deja a su equipo líder a falta de cinco fechas, aunque los blancos tienen un partido menos. “Si a alguien le sorprende lo que ha hecho ‘Leo’, debería repasar la historia del fútbol”, señaló el croata Ivan Rakitic.

El partido fue la máxima expresión de la última versión de Messi que, por si fuera poco, alcanzó los 500 en Barcelona. “Será un gol recordadísimo no sólo en la historia de Messi, sino del barcelonismo”, celebró Luis Enrique, DT de Barcelona. “Esto no cambia nada; la Liga depende de nosotros”, retrucó Zinedine Zidane.

Lo cierto es que Real Madrid y Barcelona jugaban mucho más que un clásico y ofrecieron un partido que no defraudó. Tensión en las tribunas y en el campo, pierna fuerte e intensidad, pero también muchísimas emociones. Todo eso también giró en torno suyo.

En el minuto 20, Messi sufrió un codazo de Marcelo que debió ser expulsado por el juez Alejandro Hernández Hernández. Cuando levantó la cabeza se le vio sangrando por la boca. Salió del terreno de juego y volvió mordiendo una gasa. Sobre el final primer tiempo, forzó una dura falta de Casemiro que ya estaba amonestado. Otra expulsión que no fue, según el ex árbitro Juan Andújar Oliver, que comentó las acciones para el diario madrileño Marca.

En el segundo tiempo, luego del gol de Rakitic (2-1) recibió una entrada durísima de Sergio Ramos por la que el defensor vio la roja. Para mí ha sido excesiva la roja. Messi lo hace bien: salta, pero no lo toco”, dijo el defensor tras el partido. Luego de ver la roja, aplaudió irónicamente y le hizo señas a Piqué, con quien mantiene un cruce mediático constante.

Tras el 2-2 de James Rodríguez, apareció Messi y festejó mostrando su camiseta a los fanáticos culés, ubicados en la tribuna más alta aunque algunos vieron esto como una provocación. “Cada uno celebra los goles de la manera que quiere”, se limitó a decir Ramos.

Un clásico a pedir de Messi y Barcelona a tal punto que en todas estas líneas no fue necesario nombrar a su archienemigo Cristiano Ronaldo. El 10, su equipo y la Liga, están vivos. (DPA-Especial)