Guido Carelli Lynch (Buenos Aires, 1984) y Juan Manuel Bordón (Mendoza, 1982) desentrañaron la historia del estadio Luna Park recorriendo las diferentes etapas del boxeo en nuestro país, repasando actos centrales para la vida política argentina y develando una trama familiar atravesada por herencias, enfrentamientos y una relación amorosa nunca oficializada. En “Luna Park. El estadio del pueblo, el ring del poder”, editado por Sudamericana, ellos cuentan cómo ese emblemático escenario albergó el encuentro de Perón y Evita, el casamiento de Diego Maradona y la despedida de Sui Generis. No estuvo cerrado nunca, y hoy congrega a 105 empleados. Los acontecimientos, acompañados por fotos históricas, cobran vida en el libro.
- Guido Carelli Lynch: nos encontramos con una trama familiar y con la historia de la propiedad del estadio siempre vinculada a la política: con el peronismo para conseguir los papeles definitivos, con la Revolución Libertadora, que amenaza con intervenirlo, hasta que se lo termina quedando la Iglesia.
- ¿Cómo se establece ese vínculo con el peronismo?
- GCL: Ismael Pace es quien lleva esa relación primero, porque es peronista. Pero además Perón adoptó al Luna Park como propio y eso coincide con que, en la emergencia del peronismo, Pepe Lectoure, que era el socio fundador y marido de Ernestina Devecchi, estaba un poco retirado porque queda ciego y muere en 1950.
- Juan Manuel Bordón: Pace es el que establece el vínculo con el peronismo. Dicen que era muy amigo de Juan Duarte, tenía siempre el prendedor peronista. Además para el Gobierno peronista la idea de un argentino campeón mundial o figura destacada del deporte era algo realmente importante.
- En el libro se cuenta el comienzo del boxeo en nuestro país y cómo esa práctica estaba permitida sólo para una élite...
- JMB: estaban los clubes más tradicionales y los más aristocráticos. La aristocracia toma al boxeo pero diciendo que es una práctica brutal salvo que se haga según ciertas reglas. Entonces marcan una línea muy clara entre las peleas que hacían los marineros y el deporte caballeresco que ellos practicaban clandestinamente. A medida que pasan los años y aparecen boxeadores de los sectores populares, como Firpo, esto empieza a entrar en conflicto. Incluso hay disputas para conformar una asociación de boxeo. Por un lado estaban los clubes más tradicionales como el Hue-Guen de Martínez de Hoz, el mismo Buenos Aires Waiting Club, al que iba José Lectoure y al que asistían jóvenes universitarios, y por el otro empiezan a aparecer los clubes socialistas a los que asisten obreros y arman una segunda asociación.
- En términos de contrataciones, la relación de Tito Lectoure con los boxeadores era compleja.
- GCL: Gregorio Peralta es el primero que acusa a Lectoure de monopolio. Más allá de las asociaciones y federaciones con las que el Luna Park tuvo una relación tirante hasta el final, en la práctica ejercía como un monopolio del boxeo. El que no arreglaba en el Luna Park no peleaba en ninguna parte.
- Durante muchos años el Luna Park estuvo a cargo de mujeres, como Sofía de Pace, pero sobre todo de Ernestina Devecchi, la viuda de Pepe Lectoure.
- GCL: cuando muere Pepe, Ernestina comienza a funcionar como un lazarillo de Pace y empieza a ver el funcionamiento del Luna Park, aunque Pace la posterga y sigue tomando las decisiones. Tampoco estaban las mujeres que pasaban con el cartel antes y durante las peleas. Estaba prohibido, porque Tito decía que el ring era sagrado. Pero también era una decisión de Ernestina, que era muy cuidadosa con las formas adentro y afuera del Luna Park.
- JMB: ella en un momento se da cuenta de que con el boxeo se estaba perdiendo una cantidad de público impresionante que eran las mujeres, entonces empieza a transformar el estadio para que no sea ese galpón desangelado y cambia la fachada, los baños, instala mejores sistemas de calefacción, trae otros espectáculos como el Holiday On Ice. Es un cambio en la estructura del edificio para sumar otro público.
- La trama familiar atraviesa todo el libro. ¿Cómo fueron desentrañando los vínculos? ¿Todos accedieron a hablar?
- GCL: en algunos casos fue difícil. Nos pasó también con empleados que hablaban de una etapa anterior pero no del tiempo reciente. Para Esteban Livera, sobrino de Tito, al principio fue difícil hablar porque la historia es dolorosa, ya que pensó que se iba a quedar con el Luna Park y no lo logró.
- ¿Y cómo recuerdan a Lectoure los trabajadores actuales?
- GCL: hay de todo. Los que quedan no tienen un recuerdo muy amable. Eso sorprende a la familia Lectoure, porque su recuerdo es que él y Ernestina ayudaban a los trabajadores. Por ejemplo cuando había pocos espectáculos y los hacían pintar el estadio o una butaca para pagar horas extras. El Luna Park durante mucho tiempo no fue un gran negocio y ellos lo mantuvieron. De hecho, Ernestina tenía una cantidad de otros negocios con los que sostenía el Luna. Cuando el boxeo dejó de ser un negocio y Lectoure insistió en sostenerlo, Ernestina se lo concedió hasta que esa etapa finaliza en 1987 porque había pocos ídolos y la televisión terminó de barrer con el espectáculo.
- ¿Cómo es hoy la situación del Luna?
- JMB: la administración continuó como en los últimos años de Ernestina. Después de idas y vueltas, la Iglesia logró comprar el 5 por ciento restante y se quedó con el estadio, trajo de nuevo a los que venían administrándolo. Hoy casi no hay producción.
-GCL: cuando empezamos la investigación, en 2014, había un interventor. Cuando murió Ernestina se supo que quedaba a cargo de la Iglesia, pero lo que no sabíamos era que había tres testamentos. En este momento lo dirige Hernán Barrionuevo, que es un administrador profesional sin historia previa con el Luna.