La llegada de San Lorenzo a Tucumán no pasó desapercibida. Cientos de hinchas esperaron al plantel en el aeropuerto Benjamín Matienzo y los acompañaron al hotel Sheraton (donde los jugadores se alojarán hasta hoy por la noche) y les hicieron la guardia durante todo el día.

Ni los futbolistas ni los fanáticos quieren ser protagonistas del segundo triunfo de Atlético en todo el historial entre ambos equipos. Todos ellos esperan seguir dejando en solitario aquel 1-0 del Nacional de 1975. Incluso argumentarían que ese partido que ganó el “Decano” en su estadio hace más de 40 años será aún más mítico si no tiene compañía.

“Toma carrera Palomba, la eleva para Villa, la para con el pecho... Peligro... tiró... ¡gol! ¡gol! ¡gol! ¡gooooool! ¡gooooool de Atlético!”, relató en ese momento el gran Osvaldo Caffarelli. Y quedó grabado en la canción del “Maestro” Avelino.

Los relatores que ocuparán las cabinas hoy esperan ser parte de otro hecho histórico pero esos hinchas del “Ciclón”, seguro que no. Así lo demostraron cuando pasadas las 13 aterrizó el avión que traía al plantel de San Lorenzo desde Buenos Aires y coparon los alrededores de la terminal.

La caravana siguió hasta el hotel donde los dirigidos por Diego Aguirre descendieron por calle Guatemala. Un vallado de ambos lados contenía la euforia de los hinchas que vieron como sus ídolos descendían y movían sus manos para saludarlos.

El operativo los obligó a entrar por una puerta secundaria del Casino ubicado al lado del hotel. Minutos después, Néstor Ortigoza, Nicolás Blandi, Fernando Belluschi y Sebastián Torrico salieron a firmar autógrafos y sacarse fotos con sus seguidores. Ese fue el único contacto con el exterior ya que no atendieron a la prensa.

Nicolás Flabián, (30 años) se llegó con toda su familia en busca de una foto con alguno de sus ídolos. Su esposa Florencia Salvi, su hija Juana, su cuñado, Rodrigo, y su sobrina Luisina estaban en el turno tarde de la guardia. “Por el laburo no pude venir a la mañana pero quería verlos ahora”, dijo Nicolás que pertenece a la filial Rafael Albretch Tucumán. Oscar Paz, su presidente, organizó todo el recibimiento.

Por la tarde, el plantel iba a entrenar en el complejo Natalio Mirkin pero por las intermitentes lluvias, Aguirre decidió que la práctica sea en uno de los salones del hotel. “Cuando subían al ascensor nos saludaron”, cuenta Miguel Cajal, un estudiante de apenas 18 años. No fue mucho lo que consiguieron pese a la larga vigilia, pero todos estaban conformes. Sus ídolos habían llegado a Tucumán.