En medio de su vertiginosa montaña rusa entre Copa Libertadores y Primera División, Atlético cambia una ciudad por otra en cuestión de horas. También de medios de locomoción. Y de países. Y de altura. Y, en consecuencia, de modos de entrenamiento.

Después de haber perdido 2-1 ante Rosario Central, y de ser goleado en el funcionamiento durante el segundo tiempo, el “Decano” dejó Rosario en los primeros minutos de ayer. Al plantel le siguió un sábado de descanso fugaz: hoy el equipo volverá a entrenarse y mañana se tomará otro avión, esta vez uno charter, rumbo a Bolivia, a Cochabamba, donde el martes tendrá que jugar por la Copa contra Jorge Wilstermann.

El nuevo lomo de burro en el camino de Atlético es que Cochabamba, enclavada en las sierras del mismo nombre, tiene altura: 2.588 metros sobre el nivel del mar. Son 262 menos que los 2.850 de Quito, donde el “Decano” consiguió su hazaña ante El Nacional, pero no deja de ser una altura que trastorna las respuestas físicas de los jugadores. Más allá de las frases de bolsillo (“la pelota no dobla”, dijo Daniel Passarella), la falta de oxígeno perjudica la capacidad atlética y la claridad mental de los deportistas que se debaten a un esfuerzo ciclópeo.

Minutos antes de emprender el regreso de Rosario a Buenos Aires, cuando la derrota ante Central ya era inexorable (y Pablo Lavallén repetía no menos de cinco veces que no le está dando prioridad a la Copa en desmedro del campeonato local, sino que trata de poner lo mejor que tiene en cada competencia), LG Deportiva le preguntó al DT cómo planificaría el partido ante Wilstermann.

Lavallén respondió que junto a sus ayudantes vieron los partidos de Wilstermann contra Peñarol y Palmeiras por la Copa (los del campeonato boliviano son difíciles de conseguir, explicó) y percibieron un equipo “fuerte en la altura” y con jugadores “desequilibrantes”.

Pero Wilstermann (que goleó 6-2 a Peñarol, de local, y perdió 1-0 con Palmeiras, de visitante) no será el único rival contra el que Atlético debe prepararse. El otro es la altura. Y a diferencia de la primera fase, cuando Atlético esperó en el llano de Guayaquil para viajar sobre la hora a Quito (lo que derivó en aquel incidente nunca aclarado que postergó la salida del vuelo y finalmente agrandó la épica ante El Nacional), esta vez el plantel viajará directamente a Cochabamba, y no a Santa Cruz de la Sierra o alguna otra ciudad boliviana sin altura. O sea, que pasará las 24 horas previas al partido ya a 2.588 metros.

Se trata de un desafío, claramente involuntario, a los manuales de adaptación a la altura: los expertos sostienen que los organismos necesitan siete u ocho días para aclimatarse. El otro procedimiento habitual es el inverso, arribar justo antes del partido para que el cuerpo eluda los primeros síntomas, que suelen atacar después de las cinco horas (como efectivamente hizo Atlético ante El Nacional en Quito, en febrero).

“Lo que pasa es que, si llegamos el mismo día del partido (a Cochabamba), tenemos que pagar una multa de U$S 150.000 dólares”, explicó Lavallén. Alguien dijo entonces que hace pocos días la Conmebol le permitió a la Selección llegar sobre la hora del partido a La Paz para visitar a Bolivia, a lo que Lavallén respondió: “Poder se puede. El tema es la multa”.

Ya sin ese as en la manga, LG Deportiva le repreguntó a Lavallén cómo preparó Atlético la adaptación a la altura. “Hace una semana, cada vez que terminan de entrenarse, los jugadores se meten en una cámara hiperbárica. Es como un tanque de gas, y nos sirve para preparanos para jugar contra Wilstermann”, ejemplificó Lavallén.

Las cámaras hiperbáricas apuntan a mejorar la oxigenación de los jugadores, justo lo que Atlético necesita en sus agitados días de montaña rusa por doble competencia: un poco de aire puro después de cuatro partidos sin triunfos en el campeonato local, con 2 puntos sobre 12. Tal vez lo consiga en el lugar menos esperado, en la altura de Cochabamba, justo donde falta oxígeno.

Decir que Atlético no pasa por un buen momento deportivo, hoy por hoy no es una novedad. Y ello, claro altera la armonía de un club cuyos hinchas se habían acostumbrados a los éxito. Igualmente, y pese a las turbulencias, la paz reina en 25 de Mayo y Chile. Así se lo ratificó el presidente Mario Leito a LG Deportiva. “Está todo bien, no pasa nada. Los resultados son esquivos, pero pronto volverán”, dijo Leito y luego le puso énfasis a una declaración que para él no viene al caso ni tiene sentido, tampoco.

“La continuidad de Pablo Lavallén no está en duda ni por asomo. Ni ahora, ni antes. Tampoco por lo que pase en Bolivia o después con San Lorenzo y Racing. En Atlético respetamos los procesos, porque a los procesos hay que sostenerlos siempre”, dijo. Leito asumió que puede haber un bajón en alguno de los jugadores clave del equipo.

“Pero es normal. Atlético es el club que más partidos jugó en el año (11). Mientras otros llevan jugados menos de la mitad de esos compromisos. Sé que todo volverá a la normalidad. Tenemos un plantel muy competitivo y con grandes jugadores. Y si me preguntás por qué no sumamos algún refuerzo, simplemente porque no había nada que valiera la pena”.