Con las compuertas abiertas del dique Escaba y una brutal cantidad de agua que se vertía al río Marapa, un equipo de la Dirección de Emergencias del Siprosa había instalado una base en La Madrid, en uno de los accesos al puente sobre el río Marapa, en la ruta 157. “Estábamos atentos, porque si bien subía el agua, parecía todo tranquilo. Por eso el sábado a la noche se fue la gente de Defensa Civil y quedamos nosotros solos”, relata René Alderete Núñez, uno de los médicos del servicio que dirigen los médicos Francisco Barreiro y Juan Palavecino..

No hubo una alarma oficial en ese momento: los médicos y enfermeros del 107 se quedaron apostados en La Madrid porque algunos lugareños olfateaban la crecida. Es que a las lluvias en la parte baja de Escaba, en nuestra provincia, se sumaron las de Catamarca, que son las que terminaron de colmatar el dique y obligaron a abrir más las compuertas. El Marapa recibió entonces enormes cantidades de agua de dos fuentes.  

A las 2 de la mañana del domino estaba todo tranquilo. Pero a las 4 la ciudad de La Madrid parecía un campo de guerra. “Realmente subió muy rápido el agua, fue muy sorpresivo. No sé en qué momento desarmamos la carpa porque se la llevaba el agua y nos metimos al pueblo en el Unimog a rescatar gente”, recuerda la enfermera Mabel Fischer (59 años), otro miembro del equipo de Salud que estuvo en la zona del desastre desde el minuto uno y que todavía no ha dejado el campamento.

Sólo el instinto y la formación en operaciones de rescate le sirvieron para coordinar la evacuación. En La Madrid, admiten los médicos y los enfermeros, no existe un plan para tales casos, ni suenan sirenas, ni se hacen simulacros de evacuación a pesar de ser una zona que se inunda todos o prácticamente todos los años. “Lo mejor que se nos ocurrió fue hacer que la gente se concentrara en la plaza del pueblo y desde ahí ir sacándola a la ruta. No tengo idea de la cantidad de viajes que hicimos durante toda la madrugada y el amanecer, pero afortunadamente fue un rescate muy rápido”, apunta Alderete Núñez.

A las 9 de la mañana, el agua ya llegaba al pecho de los rescatistas y de los pobladores. Solamente se podía sacar gente con el gomón del 107. A esa altura ya se habían sumado otros equipos de rescate, pero el grueso del trabajo estaba hecho. Quizás por esos lugareños que intuían la crecida y por la rápida reacción de la Dirección de Emergencias es que no tuvieron que lamentarse víctimas fatales, algo que, visto ahora en perspectiva y por la magnitud del desastre, parece apenas poco menos que un milagro.

La enfermera Gabriela Véliz, que hace 18 años rota por los diferentes servicios de neonatología del sistema de salud, no va a olvidar nunca la inundación que comenzó el último 2 de abril. Cumplida su guardia ella se ofreció a unirse al equipo apostado en el sur y desde ese día tampoco abandona el campamento. Ese fue su debut. “Nunca vi algo así, pero me pareció apasionante poder estar”, cuenta.

Desprevenidos

“El delegado no tiene la culpa de que haya llovido, pero no comparto que no nos hayan alertado”, le dijo a LA GACETA Daniel Luna, jornalero de 35 años que habita en La Madrid. Ese reclamo se repitió en innumerables charlas que mantuvo este diario con los vecinos inundados. Pero no sólo fue que el oficialista Dardo Herrera no haya alertado, sino que en declaraciones radiales de esos días dijo que no pasaría nada. Mariana Pérez contó esa misma versión. “El delegado dijo que estaba todo bien, que estaba todo tranquilo, que la gente exageraba. Y así nos fue”, sostuvo Pérez, que por estos días vive con su familia en un ómnibus a la vera de la ruta 157.

Con la experiencia más reciente, la inundación de 2015, quedó en evidencia que en estos dos últimos años no se montaron o no funcionaron los mecanismos para alertar con tiempo y mantener a salvo a la población.


> ¿Qué pasó con la alerta?

 El ingeniero Hugo Roger Paz, magister en Ingeniería Hidráulica, explicó que el Plan de Acción Durante Emergencias (PADE) especifica el protocolo de comunicación para generar las alertas a la población, que permitan su evacuación ordenada. “Por videos difundidos por la prensa, se observa que aparentemente la población no ha sido alertada de ninguna manera. Teniendo en cuenta que hay entre seis y ocho horas entre la salida de agua del embalse y La Madrid, se entiende que con este tiempo la población podría haber salvado sus pertenencias y no haber corrido el peligro que pasó”, opinó.