Alejandro Klappenbach - Especial para LG Deportiva

Si al leer estas líneas alguien en casa sigue con gusto a poco, sepa que no es el único. El esperadísimo partido entre Juan Martín del Potro y Roger Federer en la tercera ronda de Miami estuvo lejos de los inolvidables espectáculos que nos entregaron en muchas de las anteriores 20 versiones del enfrentamiento.

En la previa hubo todo lo que se necesitaba. Efervescencia en el público, amplia presencia en los medios y una electricidad creciente, desde temprano hasta el momento del juego.

A las 16.05 la entrada en calor se hizo a un lado y cedió su espacio al juego. Y a la hora de jugar, casi siempre y especialmente en este 2017, nadie como Federer.

El suizo, aún corrido un poco del nivel de contundencia y agresividad de Australia e Indian Wells, siguió siendo demasiado rápido para Juan Martín. Y esa diferencia le dio comodidad.

De principio a fin fue Roger quien más a gusto estuvo con la superficie, las pelotas, la atmósfera y la trascendencia del resultado. Claro está que pasó algún momento de exigencia máxima, y en ese aspecto los cuatro break-point que enfrentó sirviendo 5-3 para cerrar el primer set, son la mejor muestra. Resuelto ese nudo del noveno game a base de servicios, jerarquía y sutilezas, ya no habría más sobresaltos para Roger.

En el segundo parcial quebró en el quinto game, sostuvo para 4-2 y transitó con margen el tramo final del partido, sin que el break point salvado en el octavo game alterase esa sensación.

El marcador final (6-3 y 6-4) no exhibe en su real dimensión la diferencia que hubo ya que Juan Martín, aún superado, es un jugador valiente y de jerarquía, a quien resulta muy difícil quebrarle el servicio y dibujarle diferencias numéricas importantes. Con casi 70% de primeros saques, encontró allí su plataforma de resistencia. Fuera de ese número, debemos volver a Federer. Al inicio sorprendió al cargar el juego sobre el drive y luego lo llevó hacia el limitado revés del tandilense, tantas veces como quiso. Desde allí, más allá de los intentos por pegarle y jugar menos veces con slice, nunca llegó la respuesta necesaria.

Miami terminó para Del Potro. Y el partido soñado nos despertó muy rápido a la realidad. Esa que dicta que hasta ahora Federer es el jugador del año. La misma que muestra que, en el primer trimestre, los mejores le han marcado un claro límite a Juan Martín.