Dos cartas escritas de puño y letra por José Gabriel del Rosario Brochero dan cuenta de que el santo predicó en Tucumán. Lo hizo en 1901, en la antigua capilla del ingenio La Trinidad, hoy ascendida a parroquia, que conserva aún intacta su fisonomía desde 1880, cuando fue construida. Los trinidenses no ocultan el orgullo de ser parte de la historia del primer santo que nació, murió y realizó toda su obra misionera en la Argentina, en las Sierras de Córdoba. Y hoy hay grandes celebraciones no sólo en La Trinidad, sino también en el histórico pueblo de Medinas, en el sur tucumano.
El párroco Abel Peñaloza está exultante. Feliz porque -dice- la devoción a Brochero prendió de inmediato. “Más rápido que la de otros santos, quizás por la cercanía, porque saben que él estuvo aquí predicando”, cuenta el sacerdote, desde el histórico templo. En realidad el edificio quedó preservado como capilla del Santísimo, y la parroquia de La Trinidad se construyó al lado.
En ambos templos se levantan cuadros e imágenes de San Brochero. Pero en el más antiguo hay una reliquia (una astilla de hueso) donada por el obispado de Cruz del Eje para la veneración popular. Otra gran imagen se levanta en la iglesia del pueblo de Medinas, que fue la sede parroquial hasta hace 25 años.
La jurisdicción que le toca en suerte al padre Peñaloza tiene 15.000 habitantes, un poco más grande que la que tenía Brochero, pero con la gran diferencia de que aquí es pura llanura. Claro que muy extensa. Tiene cinco comunas rurales, que son Los Guchea, Medinas y La Trinidad, y del otro lado del río, Los Agudos y La Junta. Cuando el río crece los caminos se cortan y el padre Abel, con el apoyo del obispo de Concepción, monseñor José María Rossi, debe salir a gestionar con los delegados comunales las obras necesarias para evitar las inundaciones.
En esta zona, la voz del párroco todavía se escucha con atención. Por eso desde hace dos años promueve jornadas en las escuelas para crear conciencia del cuidado de “la casa común”, la naturaleza. “Al río no hay que tenerle miedo, hay que cuidarlo. Porque los que tienen posibilidades de irse, se van, pero quedan los más pobres, los que tienen que aprender a convivir con el río y con su furia cuando no lo cuidamos”, dice. Y reniega porque “todavía no hay una obra pública significativa que evite los desbordes”.
No es esa la única preocupación del padre Abel. “En Trinidad hay un solo cajero automático y la gente tiene que ir a cobrar en Concepción. Pero desde allá vuelve con la mitad del sueldo”, protesta. La droga que se lleva a los adolescentes también angustia al sacerdote. Entre estos problemas y las 15 capillas que debe atender la vida como cura rural no es tan diferente de la de los tiempos de Brochero.
La anécdota de la vaca
Han pasado ya 116 años de la visita del santo a La Trinidad y a Santa Ana, y todavía se recuerda la anécdota de cuando el misionero comparó a los fieles trinidenses con una vaca negra que pastaba muy cerca de donde él daba su sermón. Lo cuenta él mismo en una carta fechada el 26 de mayo de 1901, desde la villa de Medinas, a su amigo cordobés Guillermo Molina.
“Todos los oyentes estaban viendo una vaca negra -narró Brochero- y les dije que como esa vaca negra estaba con la señal y marca del ingenio llamado Trinidad, así estábamos marcados y señalados por Dios todos los cristianos. Pero que Dios no marcaba en las piernas, ni en la paleta, ni en las costillas, sino en el alma”.
Con humor, cuenta el padre Abel que cuando el misionero se fue, el padre Miguel Román, que era del pueblo, le escribió un informe al obispo “contándole que estuvo por acá un cura foráneo que trató de vaca a las pobres mujeres de la Iglesia”.
Brochero era amigo de los jesuitas y por esa vinculación había sido invitado a presidir la meditación los días previos a la Novena de la fiesta patronal. Sin embargo, desbocado como era, le escribía a su amigo que estaba sorprendido por la cantidad de gente que se había costeado “hasta 25 leguas” para oírlo y que además “se han confesado en esa misión, como no lo han hecho en otras que han dado los jesuitas copetudos y elocuentes”.
“El curita Brochero es sencillo y se preocupa por la gente humilde como nosotros, por eso me gustó cuando lo conocí -a través de relatos- hace varios años, una vez que pasó por aquí un grupo de gauchos a caballo, a ver el lugar donde había estado el curita. Después el padre Abel nos contó más de la vida de él. Así que le hice una promesa: le pedí que resolviera un problema de mi hijo con un auto que había comprado y que no le querían entregar. Al final, gracias al Cura Brochero le devolvieron la plata”, sonríe Beatriz Argañaraz. Como muestra de gratitud hizo pintar un cuadro de Brochero cuando todavía no había imágenes de él y lo puso en la capilla para veneración de todos.
Foto histórica: Brochero en La Trinidad
> Misa, procesión y kermeses
- A las 18, todo el pueblo se concentrará en la iglesia de la localidad de Medinas. Irá en procesión hacia La Trinidad. Previo paso por el ingenio, se oficiará la misa en la iglesia de La Trinidad. La celebración finalizará con fiesta y kermeses.
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