La silla giratoria de Benjamín Zelaya se tuerce de un lado hacia el otro. Es lunes, por la noche (anteayer), y todavía no ha festejado los 29 años que acaba de cumplir. Dice que se ha pasado el día ahí dentro, en el edificio del Concejo Deliberante de Yerba Buena. Lo dice mientras gira. Y ese mismo balancín -con suavidad, con sosiego- mantendrá durante el resto de la conversación. Hace apenas un rato, la primera sesión especial del año de ese cuerpo -que él preside- cayó por falta de quórum. Pero eso no pareciera decepcionarlo. Son otras las cuestiones que hacen que deje de hamacarse, por momentos. Y ese gesto corporal deja entrever un cambio en su estado de ánimo. Su silla se detiene cuando dice -por ejemplo- que él no es un apéndice del intendente de esa ciudad, el también radical Mariano Campero.

“El vecino tiene que quedarse tranquilo. Y confiar en sus representantes. El Concejo está haciendo un trabajo que no hacía en años: controlar al Ejecutivo local. Vamos a investigar todo lo que haga la actual gestión”, declara. Sentados a su diestra y siniestra, Lucas Cerúsico y Héctor “Pilón” Aguirre -radical y peronista, respectivamente- completan la mesa que hoy conduce ese órgano legislativo, después de unas elecciones, en noviembre pasado, que hicieron visible que allí había una pelea por poder: durante dos meses, levantaron una tras otra las sesiones, pues no conseguían reunir el quórum para elegir, de entre sí, a sus autoridades. Al cabo, Campero acusó, a algunos de ellos, de pergeñar una campaña desestabilizadora. Y desde hace cinco meses, un escaño se encuentra vacío, porque tampoco se ponen de acuerdo para que asuma Rodolfo Aranda, el electo que reclama esa banca.

Y aunque Zelaya les pida tranquilidad a sus representados, las cosas comenzaron en este 2017 del mismo modo en el que habían acabado en el período pasado: sin quórum. “No puedo hacer futurología. Prefiero pensar que esto no no será una constante”, responde el edil, ante una pregunta de este diario sobre la situación de un Concejo que no sesiona. “Nuestro trabajo no empieza ni termina en una sesión. Muchos concejales salen a recorrer los barrios”, añade.

- Se los ve envueltos en una diferencia política que pareciera obstaculizar su desempeño.

- No hay ninguna disputa. Soy respetuoso del accionar de cada concejal. Creo que será un año fructífero, de trabajo. Se han presentado proyectos y las comisiones están funcionando.

- Pero llevan varios intentos sin sesionar. ¿Qué va a hacer al respecto?

- Mi prioridad es darle un salto cualitativo e institucional al Concejo. Voy a poner énfasis en nuestro rol, que consiste en acompañar al Ejecutivo local. Pero, también, en disentir. Es importante que no estemos callados.

- Campero ha hablado de una campaña desestabilizadora y que detrás suyo se encuentran el legislador radical Ariel García y el vicegobernador, Osvaldo Jaldo.

- Le contesto claramente: estamos trabajando, de modo mancomunado, con un legislador, que es vecino de esta ciudad. Se trata, tal cual, de García. Además, es hermano de un concejal nuestro, Maximiliano. Creo que no hace falta sacar ninguna conclusión. Por otro lado, ¿acaso presentar un pedido de informe es desestabilizar? ¿Estar a la par de la gente es desestabilizar? ¿Observar un hecho irregular es desestabilizar? Estoy cumpliendo con mi rol.

En ese punto, Aguirre interrumpe la charla para decir que sus líderes son el gobernador, Juan Manzur, y Jaldo. “Yo respondo, sólo, a ellos”, declara. También Cerúsico pide la palabra y asegura que, si se hiciera una selección para elegir a un nuevo conductor, Mariano (se refiere al intendente por su nombre de pila) no pasaría ese casting. “Le falta solvencia. Sus actitudes políticas me resultan incomprensibles. No demuestra interés en sentarse a charlar con el Concejo. Ese muchacho tiene actos fallidos”, expresa.

Zelaya retoma la conversación y asegura que -a juicio suyo- en el manejo de la Municipalidad se han producido muchas irregularidades. Cuenta que, ante eso, han presentado pedidos de informes, que jamás han sido contestados. La última de esas solicitudes fue enviada hace unos días, y se refiere -puntualmente- a Aranda. Según ellos tres, habría cobrado tributos ilegales mientras estaba al frente de la Dirección de Saneamiento municipal. De hecho, en el orden del día de la sesión suspendida se había introducido un proyecto -firmado por el trío- para crear una comisión que lo investigue. Tal vez por ello, desde que abrió la sesión hasta que la cerró -unos minutos después, debido a las ausencias- Zelaya tuvo los ojos de Aranda clavados en él. El solicitante se le paró enfrente, en el espacio destinado al público, y le incrustó la mirada. “Tengo la voluntad de controlar al intendente y a sus funcionarios”, contesta Zelaya.

- ¿Qué reclamo vecinal lo desvela?

- Lo que más me preocupa es la inseguridad. Creo que es el principal problema de este municipio. También nos debemos un debate sobre qué tipo de ciudad queremos y, a colación, sobre las construcciones que se están haciendo por fuera del Código de Ordenamiento Urbano.

En la sesión del lunes tenían planeado tratar, además, el proyecto de creación de una guardia urbana, una serie de decretos ad referéndum de la Municipalidad y un proyecto que lleva las firmas de Zelaya, Cerúsico, Aguirre, el radical Maximiliano García y el peronista Héctor “Kabuby” Aráoz. Aunque esta iniciativa fue anotada al final del listado, puede que allí radique otro punto de conflicto. Los solicitantes proponen que el Concejo perciba, mensualmente, un importe equivalente, como mínimo, a la doceava parte de cada partida presupuestaria. “Si eso se aprueba, habrá fondos para usar de manera discrecional y sin ningún tipo de control”, se queja el concejal José Macome, uno de los tres ausentes al convite, junto a sus pares Marcelo Rojas y Javier Jantus. “No entendemos porqué llamaron a una sesión de urgencia. Para peor, en el orden del día no se incluyó lo más importante, que es la asunción de Aranda. Hay que acatar la voluntad de las 1.200 personas que lo votaron”, concluye.

A juzgar por lo dicho, puede inferirse que el Concejo yerbabuenense seguirá atravesado por fuertes discusiones políticas.