Pablo Gerstenfeld es economista. Siempre había soñado con conocer el extranjero, pero cuando arreció la crisis terminó de decidirse y en 2002 emigró a Canadá. En Montreal montó un negocio de gastronomía especializado en empanadas tucumanas, al que bautizó “Pachamama”. De su nueva vida en aquella lejana geografía habló con LA GACETA.

- ¿Por qué decidiste partir? ¿Qué pasaba en ese momento en el país, en la provincia?

- Desde chico me intrigó el mundo y quise hacer una experiencia en el extranjero. En Argentina se suele pensar que el “primer mundo” es perfecto y funciona mejor. Quería verlo con mis propios ojos. Cuando terminé la UNT partí a Buenos Aires y me sentí muy cómodo, así que llegué a pensar en quedarme. Pero estalló el país en 2002; eso me pegó muy fuerte y decidí tramitar los papeles para irme. Conocía Canadá porque tenía parientes en Toronto, y siempre me había gustado.

- ¿Qué fue lo primero que hiciste?

- Viajé con un gran amigo, también tucumano. Lo habíamos pensado por dos años; si no funcionaba, nos volveríamos. Él volvió, pero yo emigré a Montreal, Quebec. Es la provincia francoparlante de Canadá, aunque Montreal es una ciudad multicultural y multilingüe: el 40% de la población habla tres idiomas. Esto puede resultar un poco complicado para la integración del inmigrante, pero Quebec ayuda mucho a los inmigrantes. Mi conocimiento de los idiomas eran bastante bueno, así que me lancé directamente a la vida en Montreal.

- ¿Se cumplen los estereotipos sobre los canadienses: que son pasivos; fanáticos del hockey sobre hielo, muy educados y amables...?

- Sí, son tranquilos y pacíficos, y no les gusta discutir sobre política, religión ni nada que genere polémica. Está mal visto cualquier tipo de comentario discriminatorio. No significa que no haya, sino que está escondido y la gente no lo asume. Considero que, salvo en Montreal, los quebequenses son una sociedad rural, con una actitud muy ingenua e inocente. Respetan muchísimo las normas porque no se les ocurre otra forma de proceder. En su cultura la amabilidad es la norma y la gente se esfuerza por demostrarlo. Por otro lado, hay mucha gente sola, sin familia ni amigos; por el mismo hecho de no querer incomodar no hacen amigos, ni se preguntan cosas personales. Este punto hace que la sociedad quizás funcione mejor. En Argentina el amiguismo es la norma: para un trámite, para un puesto de trabajo, etc. Aquí, como la amistad es menos marcada, esto es menos frecuente.

- ¿Sufriste un choque de culturas?

- No. Siempre digo que puedo elegir lo mejor de cada mundo. Trato de conservar lo que más me gusta de Argentina en combinación con lo mejor de la sociedad canadiense. Pero noto las diferencias. Me pasó una vez con un grupo mixto (latinos y canadienses) discutir el caso de un estudiante que fue preso por copiar en un examen en la universidad. Para los latinos era claramente una exageración y para los canadienses era gravísimo. El clima es muy extremo. Puede haber más de 20º de diferencia entre un día y otro, y esto rige tu vida. Y creo que esto hace que la gente sea trabajadora y estructurada: no se espera para realizar un trabajo; quizás mañana sea demasiado tarde. Históricamente, si no guardaban en conservas la comida, durante cinco meses no tenían qué comer.

- ¿Como fue la búsqueda laboral?

- Tuve muchísima suerte: a las dos semanas entré en un hospital, en el sector de finanzas, y me quedé dos años. Luego trabajé para dos empresas de tecnología y finalmente me lancé con mi propia empresa: Empanadas Pachamama. En términos generales, no hay tantos argentinos por aquí, así que no tienen muchos prejuicios. Y entre los inmigrantes, los latinos son los más queridos.

- ¿Como surgió la iniciativa de vender empanadas tucumanas?

- En el campo de la tecnología, a medida que pasaba el tiempo sentía que no podía competir con los jóvenes que nacieron con internet. Siempre pensé que la empanada es una delicia gastronómica; y si bien todos los países latinos tienen su versión, nadie conoce nuestra forma de prepararla... ¡Y sigo pensando que la tucumana es la mejor! En Montreal la gente está acostumbrada a comer platos de todos los países. Por eso aposté a que nuestras empanadas tendrían lugar en esta ciudad.

- ¿Cómo siguió la historia?

- Hacía falta mucho marketing. Fue por eso que diseñamos nuestro propio packaging y finalmente decidimos experimentar tiñendo y agregando sabor a la masa. Además serviremos mate, café y té con masas típicas de argentina (alfajores, pasta frola, facturas, etc.). Además trabajo con una diseñadora gráfica tucumana excelente. Ella le puso el alma a Pachamama Empanadas y creo que sólo alguien de Tucumán podía entender el concepto: algo étnico pero moderno.

- ¿Tenés contacto con comprovincianos?

- Mi mejor amiga aquí es tucumana. Cuando uno se encuentra aquí con otro latino, ya se siente mas cercano por la lengua y muchos puntos de la cultura son compartidos (empecé a sentirme “latino” viviendo aquí e incluso a valorar mucho más mi lengua y mi cultura). Cuando uno se encuentra con otro argentino, la sensación es mucho mas intensa. Pero cuando te encontrás con un tucumano, ¡es como encontrarte con un hermano!

- ¿Volverías a Tucumán? ¿Qué te gustaría que cambie en la provincia para que te tiente volver?

- No me veo viviendo en Tucumán. Me costaría acostumbrarme nuevamente a la falta de estructura. Creo que lo más difícil sería, justamente, ciertos aspectos de la idiosincrasia y la inseguridad. Quizás sí en alguna otra parte de Argentina. Me da miedo el clima canadiense con una edad avanzada, es peligroso y también deprimente. De todos modos, no considero que exista un lugar perfecto. Creo que hay lugares que se adaptan mejor a cada persona y a su sistema de valores. Uno gana cosas a cambio de otras que pierde. Es cuestión de pensar si lo que uno gana vale lo que se pierde. En mi caso, esto es así.

- ¿Que herramientas te dio Tucumán para vivir en un país tan diferente?

- Tucumán me dio una familia maravillosa y grandes amigos, ademas de una educación fuera de serie. No veo aquí una educación (sobre todo desde el punto humanístico) como la que yo recibí. ¡Y mi educación fue pública! Fui al Gymnasium, donde me enseñaron a pensar, a discernir y a compartir con grandes personas. Y en la Facultad de Ciencias Económicas obtuve también una excelente educación.

- ¿Qué es lo que más y lo que menos extrañás de Tucumán?

- Extraño mi familia y mis amigos, y también el Tucumán donde crecí. También la comida: el sándwich de milanesa, las tortillas, las empanadas (ahora estoy solucionando el tema). Finalmente extraño la sensación de sentirme local. No extraño el poco civismo y el poco apego a las normas, la actitud poco solidaria, ni las grandes diferencias sociales y económicas.


Pablo Gerstenfeld

Montreal (Canadá)

Idiomas se hablan oficialmente: el inglés y el francés; este, sólo en la provincia de Quebec.

Horas de diferencia hay entre la Argentina y Canadá. Cuando aquí son las 12, allá son las 10.

8.000 kilómetros de distancia (en linea recta) separan Tucumán de Montreal, capital de la provincia de Quebec.

- Si conocés tucumanos/as viviendo afuera, pasanos su contacto a tucumanosenelmundo@lagaceta.com.ar