Los caminos de la vida no son como yo pensaba...
Hablando con Paco (20), me cuenta una anécdota que me hace pensar acerca de cómo funcionan las identidades y los procesos de socialización en los sectores populares:
… la otra vez me voy a presentarme en la fila del call-center ese de la avenida Ejército del Norte, ahí en la radio decían que tenías que ser joven y que era para atender los teléfonos y digo, bueno, no es tan complicado y me voy, ja (risas) y no, no sabés la que he pasado, estaba yo así, había ido con Matías y este se me cagaba de risa, y se veía que muchos de los que estaban haciendo la cola eran medio chetitos, algunos llegaban en el auto así y cuando me toca a mí, me dice la mina: ¿y tu currículum? Yo no sabía que había que hacer y me empieza a preguntar no sé qué giladas de mi experiencia y de cómo sería yo en no sé qué de comunicación (risas) y yo digo no, quién me manda, y había unos vaguitos atrás mío que se cagaban de risa y entonces agarro y le digo a la mina que yo pensaba que había que atender los teléfonos y también se ríe la mina y me pregunta si tenía estudios terminados y yo ya estaba medio enlatado…y digo nunca más, quedar como un salame delante de todos, no, chau -le digo así- y he salido como perro que le echan agua caliente…fragmento de entrevista
Una de las ideas de Paco es que su vida siempre va a ser igual, reflexión que direcciona este análisis hacia las vivencias de jóvenes pobres que sólo conocieron y conocen la carencia y los modos alternativos de subsistencia como la forma de vida estándar. Así, los caminos de la vida de muchos jóvenes como Paco están plagados de auto-reconocimientos explícitos de dichas condiciones y de posicionamientos críticos que no son contra-hegemónicos pero que reproducen nuevos procesos de socialización como una contrapartida a las normas sociales de las que no logran participar como ciudadanos con igualdad de derechos.
Los procesos de socialización son aprendizajes e intercambios (afectivos y materiales) netamente relacionales que realizamos con nuestra familia, nuestros amigos, nuestros compañeros de escuela, nuestros vecinos, entre otros. Esos modos no son fijos, sino que van cambiando de acuerdo a las necesidades y recursos con los que contamos dentro de nuestro núcleo familiar o grupal.
Ahora bien, dichos procesos en nuestras sociedades y territorios están segmentados tanto espacial como simbólicamente en términos de clase-s social-es, es decir, una clasificación que intenta reflejar las distintas trayectorias de vida y capacidades de acceso a la vivienda, a la educación, al consumo y al mercado económico-laboral. Es aquí donde aparecen las distinciones que habilitan un sinfín de reacciones sociales e identitarias.
Es necesario resaltar que los sectores populares son muy heterogéneos en su composición, ya que dentro de ellos conviven distintas estrategias de subsistencia y modos de crear o mantener vínculos recíprocos tanto dentro del territorio como por fuera de él. En medio de estas heterogeneidades se conforman numerosas identidades populares y villeras en estrecha relación con las de otros grupos sociales, provocando tanto empatías como rivalidades, según el caso. Las identidades son históricas y situacionales al mismo tiempo porque se construyen siempre tomando conciencia de la diferencia, es decir en relación con los otros. Como vimos en el ejemplo anterior, las identificaciones de Paco son relacionales con las de las otras personas y definen cursos de acción.
Trabajar en políticas públicas desde el reconociendo de los procesos de socialización e identidades populares y villeras es urgente, ético y necesario para debatir afirmaciones simplistas que ponen todo el peso de la “prueba de superación” en la persona entendida como individuo aislado del resto y ser conscientes de que esas ideas responden a ideologías dominantes emparentadas con políticas neoliberales, donde la salvación se alcanzan a través de un supuesto “impulso personal”.
El rol que la política (nosotros los ciudadanos y los representantes partidarios de la misma) juega para identificarnos y generar estrategias solidarias o de castigo entre nosotros es determinante. Por este motivo debemos analizar sus impactos en las representaciones de los otros y de nosotros mismos en nuestra sociedad, fragmentada por la desigualdad entre clases sociales que no nombramos pero que existen y se materializan en los diferentes signos que portan las personas y en nuestros paisajes urbanos, suburbanos y rurales.