RELATOS
EN EL MISMO LODO TODOS MANOSEAOS
MARIO KOSTZER
(La feria del libro - Tucumán)
En la historia tucumana siempre ha sido indivisible el humor de la política. Esto hace posible el reencuentro sabroso con acontecimientos del pasado, inteligentemente recreados. Tal lo obtenido por el autor que logra exhibir la falsificación de las verdades de la época por medio de un desnudamiento que permite la vergüenza junto a la sonrisa.
La pasión por el poder motoriza, a veces en formas transparentes. conductas infantiles, ruinosas o sencillamente patológicas. Suelen presentarse como genuino hazmerreír de los protagonistas, mostrando así caídas o distorsiones surgidas de la emergencia de otro discurso interior que anula, distorsiona o descalifica la intención original. La miseria humana está aludida en la casi totalidad del texto en lo que respecta a su particular símbolo: el lodo. Allí donde el “manoseo” lo convierte en barro se pide al lector que admita alguna salpicadura de esta eterna tintorería argentina. Pero el objetivo central es divertir y lo consigue cuando los textos y lapsus exhiben verdades involuntarias.
Las contradicciones lucen la frescura de lo recién acontecido, pudiendo llegar a la carcajada como objeto principal indiscutido. Es que lo que la risa tiene es el deseo de seguir riendo. A veces burlarse es parte del lector, quién queda en superioridad ética sobre los personajes.
El libro traduce ampliamente ese rico espacio, también de la vida cotidiana, entre lo que se dijo y lo que se quiso decir. Donde descansa la verdad subjetiva y muchos anhelos malogrados por el lodo que, no obstante, se niega a desaparecer. El autor sigue líneas temáticas especiales como la de El pelotudo argentino, hoy en boga por un hecho político que lo reactualiza y confirma así su intención de llegar a lo popular, esto es, el alma del humor tucumano.
© LA GACETA
Osvaldo Aiziczon