Corroboremos sus síntomas durante la tarde noche de ayer, señor lector. ¿Gritó? ¿Gozó? ¿Sufrió? ¿Se asustó? ¿Tembló? ¿Se emocionó? ¿Lloró? Sí, definitivamente usted fue infectado por un virus llamado fútbol.
Ese virus es el único capaz de llevarlo hacia arriba en una lujosa y celestial escalera mecánica por 83 minutos y bajarlo de los pelos a un sótano oscuro y sombrío del que solo puede sacarlo Cristian Lucchetti, para decirle que ya pasó lo peor.
Es el mismo virus que se mete dentro de un equipo que hasta hace menos de 10 años penaba en el Argentino A y con sus mismas propiedades, hace que rebote hacia la fase de grupos de la Copa Libertadores de América.
Esa infección que cuando te hace pensar que vas a recuperarte definitivamente con un torneo con 10 ascensos inyectables, vuelve a dejarte tendido en la cama un 14 de diciembre de 2014.
Así que no se asuste, por favor. Su vida no corre peligro. Usted, Atlético y todos los que alguna vez sentimos esos vaivenes en nuestro cuerpo y mente, solo padecemos de fútbol y la cura no está en dejar de verlo o en ponernos un barbijo en los ojos. La cura está en el próximo partido.
La intensidad con la que Atlético salió a jugar el partido fue el primer ladrillo en el triunfo ante Junior. En cada jugada, rebote, pase en cortada, había un jugador “Decano”. Parecieron mayoría en cancha siempre.
Toda la ineficacia “decana” en el área rival a lo largo de los tres últimos partidos desapareció en el primer tiempo. Cuatro llegadas y tres goles para un equipo que se quería comer crudo a su rival y en esos 45’ lo logró.
Pese a que los primeros 15 minutos el partido fue parejo, durante todo el primer tiempo, la ofensiva de Junior no solo no asustó a Lucchetti sino que prácticamente no le permitió tocar la pelota. Eso le dio tranquilidad a Atlético.
Menéndez, el doble cinco de Acosta y Leyes y Lucchetti fueron los picos más altos. El oportunismo de Zampedri, goleador de la Copa, también es para anotar pero lo clave fue que ningún jugador bajó de seis puntos.
El Atlético que se comía los goles volvió en el segundo tiempo. Una tras otra sucedieron las chances desperdiciadas por el equipo de Lavallén y se terminaron sufriendo en los últimos minutos.
La atajada del “Laucha” terminó siendo esencial para el triunfo histórico de Atlético. El remate del colombiano hizo paralizar corazones pero las manos del arquero evitaron una “derrota” que hubiese dolido y mucho.