Por Eugenia Flores de Molinillo - Para LA GACETA - Tucumán
La difusión del pensamiento de Zygmunt Bauman (Polonia, 1925 - Leeds, 2017) se multiplicó en libros, artículos y notas. Tratándose de un sociólogo, esto habla de un hombre que no sólo sabe tomarle el pulso a la realidad sino que nos la explica con eficacia. Dos textos relativamente recientes, Sobre la cultura en un mundo líquido y Sobre la educación en un mundo líquido (ambos de 2013), marcan el compromiso intelectual de Bauman con su época y su sociedad. Su temprano interés en la estratificación social y el movimiento obrero tomó rumbos más amplios al indagar acerca de la naturaleza de la modernidad, ubicando a la educación como un tema central dentro de un “mundo líquido”, su imagen predilecta para caracterizar el rápido fluir de estos tiempos. La educación, tema preocupante si los hay, significa para Bauman un desafío mayúsculo en un mundo cambiante, con patrones de convivencia y conductas grupales e individuales inestables y hasta sorprendentes.
Y bien, ¿qué es la modernidad líquida? Se trata de una sociedad crecientemente globalizada, inestable, sin identidad fija, que sufre consumismo, migraciones, tentaciones insalubres, carencias educativas. La problemática de la relación entre el joven educando y la sociedad a la que se lo pretende integrar se ahonda: ¿Qué puede hacer la educación para que tal integración se cumpla satisfactoriamente, tanto para el joven ciudadano como para la sociedad? Este es el eje básico de la conversación entre Zygmunt Bauman y Ricardo Mazzeo, interlocutor lúcido y muy bien informado, capaz de guiarnos con claridad y dinamismo entre las ideas del antiguo profesor de la Universidad de Leeds.
No puedo dejar de asociar este concepto de “liquidez” con lo que sostenía un amigo de mi familia: “Hay que ser como un líquido, que se acomoda al recipiente que lo contiene”. El acoso de las contingencias históricas, la inestabilidad de casi todo, los azares que nos condenan a la improvisación, la polarización de los espacios urbanos, podrían encontrar su posible antídoto en la capacidad para adaptarnos, sin perder de vista los valores humanos. Para Bauman, esta sería la respuesta a su planteo focal, el de esta modernidad líquida que no nos permite hacer pie y en la que la educación juega un rol insoslayable.
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PERFIL
Zygmunt Bauman nació en Poznán (Polonia) en 1925, y murió en Leeds, Inglaterra, el mes pasado. Se convirtió en uno de los sociólogos más difundidos del mundo, conocido por acuñar el término “modernidad líquida”. Para muchos y hasta su muerte, el mayor de todos, junto Jurguen Habermas. Fue profesor de la Universidad de Varsovia, antes de exiliarse de Polonia, en 1968. Desde 1971 fue profesor de la Universidad de Leeds. Obtuvo, entre otras distinciones, el Premio Príncipe de Asturias en 2010. Entre sus libros, se destacan Modernidad líquida, La sociedad sitiada, Vida líquida y Daños colaterales.