WASHINGTON.- El presidente, Donald Trump, firmó ayer los decretos para construir un muro a lo largo de los cerca de 3.200 kilómetros de la frontera de EEUU y México y para privar de fondos federales a las ciudades y estados “santuario” -por lo general gobernados por demócratas- que albergan a inmigrantes ilegales. En San Francisco, funcionarios locales se niegan a cooperar con las autoridades federales en acciones contra los ilegales.
La construcción del muro fronterizo no es novedad. Ya existen vallas de seguridad en varios puntos limítrofes, producto de una decisión adoptada durante la gestión de Bill Clinton, conocida como “Operación Guardian” para evitar la inmigración ilegal. En 2005, por iniciativa republicana se aprobó en el Senado la construcción de 1.100 kilómetros de muralla. Actualmente, se levantan vallados en un 33% del total de la frontera de 3.200 kilómetros de EEUU y México. En la actualidad la construcción divide a California y Tijuana, Arizona y Sonora, Nuevo México y Baja California y Texas y Chihuahua. Las barreras son de diferentes estilos y materiales, a base de planchas metálicas, mallas reforzadas y con tubos de acero. El primer muro fue levantado en 1990 en la frontera de San Diego, California. En 2011, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo que ya habían construido 1.044 kilómetros del muro.
Los costos
“El pueblo estadounidense no va a tener que verse obligado a subsidiar esta indiferencia por nuestras leyes”, dijo el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, sobre la decisión de Trump. En una entrevista con ABC News, Trump afirmó que la construcción del muro comenzará en meses, que la planificación comenzará de forma inmediata y que México pagará a EEUU el 100% de los costos. Funcionarios mexicanos han asegurado que no lo harán. “Se nos reembolsará más tarde con cualquier transacción que hagamos con México”, dijo Trump a ABC.
“Sólo les estoy diciendo que habrá un pago. Se hará en una forma tal vez complicada. Lo que estoy haciendo es bueno para Estados Unidos y también va a ser bueno para México. Queremos tener un México muy estable y sólido”, añadió.
Spicer se refirió al muro como “una gran barrera física en la frontera sur”. “Construir esta barrera es algo más que una simple promesa de campaña. Es un primer paso de sentido común para asegurar realmente nuestra porosa frontera”, añadió. “Esto frenará el flujo de drogas, crimen e inmigración ilegal hacia EEUU”.
Los planes de Trump generaron críticas inmediatas por parte de defensores de los inmigrantes, que aseguraron que se están poniendo en peligro los derechos y libertades de millones de personas. “El muro fronterizo es un teatro político a expensas de las libertades civiles”, dijo Christian Ramírez, director del grupo defensor de los inmigrantes Coalición de Comunidades de la Frontera Sur.
Queja mexicana
Políticos mexicanos pidieron ayer al presidente, Enrique Peña Nieto, que cancele la reunión prevista para el 31 de enero con Trump. “Me parece que lo menos que podría hacerse en estas condiciones sería no acudir, cancelar la visita y buscar una posición digna para México”, dijo el líder izquierdista Cuauhtémoc Cárdenas. La aspirante presidencial conservadora Margarita Zavala, esposa del ex presidente Felipe Calderón, quien escribió en Twitter que el muro “es una ofensa a México” y señaló que “se debe reconsiderar la visita”. (Reuters-Especial)