F. prefirió que no saliera su nombre en esta nota. En una ocasión la nombraron en televisión y su bandeja de mensajes de Facebook se llenó en un instante. La mitad de los usuarios que le escribieron le preguntaba qué había pasado con su mejor amiga, Milagros Avellaneda, quien desapareció junto con su pequeño hijo el 26 de octubre. El resto, la amenazaba; le preguntaba de forma intimidante por qué mentía.
Se trata de una figura esencial en el caso. Ella recibió el mensaje de Milagros que decía que Roberto Rejas -el guardiacárcel que está con prisión preventiva, acusado de doble homicidio por este caso- le estaba pegando. “Ella le atribuía la paternidad del nene pero no lo estaba obligando a darle el apellido ni dinero. De hecho, ella misma se encargaba de que a sus dos hijos no les faltara nada. Sólo quería que el bebé tuviera un vínculo con su papá”, exclamó.
Agresiones verbales
Un mes antes de que Milagros -de 26 años-, desapareciera, F. la acompañó hasta la casa de Rejas. “Lo fuimos a buscar a su casa. Él nos vio, se subió a su auto y nosotras lo seguimos en un taxi. Estuvieron conversando en la plaza de la Diagonal Dorrego. Yo estaba lejos pero lo veía hablar enojado, le apuntaba con el dedo a la cara de ella. Quizás no le pegó porque yo estaba ahí. ‘Que sea la primera y última vez que me vas a buscar, porque me vas a conocer’, le dijo ese día. Milagros le contestó que esa era la única forma de contactarse”, advirtió la entrevistada.
Según el relato, Rejas le pidió a la joven su número celular pero no le dio el de él. Según estima la amiga, el guardiacárcel sólo la llamó una vez porque el pequeño estaba enfermo. Ella estaba en un acto escolar y no escuchaba bien, por lo que el diálogo fue muy corto. “Milagros me dijo que en el último mes le llegaban llamadas de números desconocidos, y que nunca respondían”.
El 26 de octubre
Milagros salió de su casa como a las 20.30 con su hijo. En una esquina se encontró con F., quien la iba a acompañar a ver a Rejas. A último momento, esta le dijo que tenía un problema y no podía ir, pero ambas quedaron de acuerdo en salir esa noche. Nunca se volvieron a ver.
El mismo Rejas reconoció que en esa ocasión estuvo con la joven y el bebé en su auto, y que anduvieron por la zona del Parque 9 de Julio. “Después de que me envió el mensaje donde decía que él le estaba pegando, la llamé. Ella me cortó y me llamó. Me dijo que me quedara tranquila, pero obviamente no me quedé tranquila. Después me llegó otro mensaje donde decía que mejor dejáramos la salida para otro día. Me sorprendió porque me había insistido mucho para hacer algo esa noche. Después no respondió más pero su teléfono no andaba bien, y supuse que era por eso”, relató su mejor amiga.
Tres días después, F. y la madre de Milagros -Amalia Ojeda- se presentaron en la casa de Rejas. “Él no habló casi nada. Más bien habló su padre, que me dijo que tuviera cuidado con ensuciarlo a su hijo, porque me iba a denunciar”.
Justamente, al no tener respuestas, las dos mujeres se fueron a denunciar el hecho en la comisaría 11°. Según relató Ojeda en su primera entrevista con LA GACETA, en esa seccional no les querían recibir la denuncia y luego vieron al padre de Rejas allí, queriendo ver al jefe. “Se trata de un ex policía, no sé qué relación tendrá con los efectivos de ahí”, soltó la madre. Un día después el acusado quedó detenido y luego, desde la fiscalía III° se pidió la prisión preventiva para él. En las dos veces que declaró, siempre dijo que no le había hecho daño a ninguno y que esa noche los dejó en el barrio 20 de Junio.
“Yo recorrí esa zona donde dice que los dejó. Ahí no teníamos amigos o familiares. Milagros nunca se hubiese bajado, mucho menos con uno de sus hijos. Siempre se movía en taxi. Yo no le creo a Rejas. Estoy segura de que esa noche le hizo algo malo”, cerró F.