El nuevo Sistema de Reconocimiento Académico aprobado por el Ministerio de Educación de la Nación se ha presentado como una alternativa para que los estudiantes puedan cambiar de carrera o de universidad sin perder las materias aprobadas. Se ha propuesto la flexibilización de las currículas y la disminución de las trabas burocráticas. Además, las instituciones deberán acordar criterios comunes de evaluación y de acreditación de los tramos formativos o “trayectos” que acrediten lo que cada alumno ha ido aprobando.
El especialista en Educación, Juan María Segura, mencionó algunas ventajas y desventajas de este novedoso proyecto.
Entre las ventajas destacó que las 63 instituciones (públicas y privadas) que se inscribieron voluntariamente “ofrecen un despliegue territorial y oferta académica que excede por mucho lo que una sola casa de estudios pueda ofrecer”. Esto posibilita -añade- generar trayectos de estudios y experiencias de aprendizaje que ninguna carrera sola pueda ofrecer.
“Se abre una gran oportunidad para experimentar con nuevos bloques temáticos, los cuales no justificarían nunca la creación de una carrera completa, pero sí pueden resultar altamente atractivos para algunos de los muchos trayectos de formación que los estudiantes elijan”, reflexiona.
Perfil profesional
Toda esta diversidad, este abanico de posibilidades que se puede abrir a partir de este sistema plantea otros interrogantes. Algunas desventajas que enumera Segura podrían ser: “las titulaciones que resulten de trayectos de estudio producto del buen uso del Sistema, serán difíciles de interpretar por parte del mundo del trabajo”. ¿Qué significa esto? El especialista plantea que aun cuando los informes analíticos especifiquen todas las temáticas, cursos y materias aprobadas “quedará desdibujado el perfil profesional perseguido por una carrera en particular, pensada y concebida para generar aprendizajes y destrezas específicas”.
Habrá que ver cómo responde el mundo del trabajo a estos nuevos perfiles profesionales “emergentes”, añade.
Otro tema que deberá definirse es hasta qué punto las universidades necesitarán unificar sus criterios académicos. “Para que este Sistema tenga verdadero éxito, las instituciones deben sumarse con energía, recursos y acuerdos comunes que, en algún sentido, lesionan esta autonomía y autarquía”, indica sin vueltas.
Hay que tener en cuenta que hay establecimientos públicos y privados lo cual generará cierta tensión. “Se deberán unificar criterios de ingreso y evaluación, para garantizar que los alumnos reciban un tratamiento equivalente en cualquier ‘Reconocimiento de Trayecto Formativo’ (RTF) en que decidan cursar”.
Más desafíos
¿Cómo dotar de agilidad a las estructuras administrativas de las universidades? El especialista opina que la iniciativa alienta el dinamismo y supone una “modernización” del sistema de educación superior, por lo tanto esas nuevas estructuras administrativas deberán ser amigables, ágiles, precisas, fiables, reflexiona. “Es por todos sabido que, en la actualidad, las oficinas de títulos, diplomas y certificaciones en las universidades son una especie de caja negra, sin procesos ni responsables claros, y con formas de atención tan defectuosas como informales”, reflexiona.
Por el momento, este sistema ofrece más dudas que certezas. A partir de febrero arrancarán las rondas de charlas entre familias de carreras de distintos establecimientos. En marzo, una de las convocatorias tendrá como sede la Universidad Nacional de Tucumán, según adelantó el vicerrector, José García. La próxima podría ser en junio.
La articulación con el secundario es otra de las cuestiones pendientes. “En una encuesta publicada en el II Congreso de Educación y Desarrollo Económico -recuerda Segura- se pudo saber que las universidades están entre mal y muy mal coordinadas tanto con la escuela secundaria (78% de respuestas), como con la empresa (60%) y la enseñanza técnica (58%)”. Este es otro eslabón que desde el ministerio de Educación quieren unir ara evitar el fracaso en los primeros años de la universidad. De hecho, los datos que manejan dicen que el 40% de los ingresantes no se inscriben en segundo año.