Las náuseas, los vómitos y el dolor de panza son tres clásicas señales de la intoxicación por consumir un alimento en mal estado. Se trata de síntomas muy frecuentes durante el verano por el aumento de la temperatura y los cambios de rutina: muchas horas en la pileta o en la playa y consumo de alimentos crudos o fuera del hogar, que no siempre cumplen con la cadena de frío.
Cuando hace mucho calor, las bacterias crecen más rápido. Por eso, es muy importante continuar con las pautas de higiene y manipulación básicas de alimentos, que en ocasiones se pasan por alto. La razón: estamos más distendidos por las vacaciones. Ante esto, el Senasa difundió una serie de recomendaciones para prevenir los casos de Enfermedades Transmitidas por Alimentos (ETA). (Ver “Consejos...”)
Intoxicaciones, gastroenteritis, diarrea, listeriosis, Síndrome Urémico Hemolítico, entre otras, son patologías causadas por ingerir comida mal manipulados o en mal estado. “Siempre ha existido un mito de que las enfermedades transmitidas por alimentos son leves o de corta duración, pero en realidad pueden tener complicaciones y llegar a ser graves si es que la persona se deshidrata”, señala el gastroenterólogo Juan José Novoa.
Adiós a un mito
Según el médico, hay que tener muchísimo cuidado con la comida recalentada. Dice la creencia popularmente extendida que una vez cocido el alimento está seguro. “En realidad, lo mejor es sacar algo de la heladera, cocinarlo y comerlo en el momento”, dice el experto. Es cierto que el calor de la cocción elimina microorganismos, pero no evita que después ingresen otros.
“También hay que tener mucho recelo con los embutidos y los lácteos; evitar como sea que no se rompa la cadena de frío de estos productos. Por eso, especialmente en estos días que hay cortes de energía, conviene comprar los alimentos en lugares seguros, desconfiar de aquellos locales que tengan olores fuertes y denunciar”, aconsejó.
Y otro tema son las conservadoras de playa. Si vas a llevar alimentos en estas heladeritas, procurá dejarlas a la sombra y que lo que haya en su interior no pase más de dos horas sin hielo.
Novoa recordó tres cosas fundamentales: la higiene de manos, la limpieza profunda de la cocina y el lavado de frutas y verduras, que durante esta estación se consumen mayormente crudas.
El sistema de control de los alimentos que circulan en el país tiene muchos grises. Por ejemplo, existe una fiscalización de productos acondicionados para el consumo, pero no de los vegetales.
Oscar Gramajo, titular de la Dirección de Control Ambiental y Bromatología (Dicab, ex Dipsa), dice que en estos días están trabajando muchísimo para frenar la ventas de carnes en ferias y para controlar que los diferentes locales donde se elabora y expenden alimentos cumplan con las medidas sanitarias adecuadas.
“Recibimos alrededor de 50 denuncias por mes por distintas situaciones sospechosas. La gente llama porque le vendieron alimentos en mal estado, o el local no se encuentra en óptimas condiciones de higiene, porque encontraron productos vencidos o porque sospechaban que no se respetaban las cadenas de frío. En todos los casos actuamos de forma inmediata porque corre riesgo la salud de la gente”, explicó el funcionario.
Recordó que toda venta ambulante de alimentos está prohibida. “Le pedimos a la gente por favor que no compre comida en la calle”, recomendó.
De todas formas, aunque este control es importante, según los expertos, más de la mitad de las intoxicaciones alimentarias se originan por el mal manejo de la comida en el hogar (se pone carne cruda y verduras sin lavar en la misma tabla, no se guarda bien la comida en la heladera, etcétera). Y los menores de cinco años son las principales víctimas de estos males. Lo sabe perfectamente el pediatra Lorenzo Marcos. “Las diarreas son más frecuentes en verano porque el calor favorece a la rápida multiplicación de microorganismos. Por eso, debemos ser mas rigurosos en el control de la cadena de frío de los alimentos. Además debemos lavarnos más frecuentemente las manos y ser extremadamente cuidadosos en el manejo de la comida para los niños y en los residuos de leche de las mamaderas -explicó-. Hay toxinas de bacterias, como la del estafilococo, que contaminan alimentos, en especial cremas (tortas, masas, cremas heladas). Estas pueden producir diarreas gravísimas”.