Otra vez la pelota parada, un karma de San Martín en la B Nacional. Se moría el primer tiempo en cero, acorde a las prestaciones de los dos

equipos. Pero Catalán bajó a Moreno casi en el vértice del área. El buen volante de Los Andes tiró el centro al segundo palo y Francisco

Martínez entró como “Pancho” por su casa para cambiarle la bocha a un Taborda que se quedó clavado en la línea.

En el arranque, San Martín entró dormido. El local tuvo dos mano a mano en los primeros cinco, uno salvado por Taborda. Más por los errores de Los Andes que por méritos propios, el equipo de Cagna empezó a ganar metros y posesión de pelota, pero jamás estuvo cerca en la primera etapa. Apenas un par de remates de Viturro y Briones y un cabezazo de Lentini. De fútbol, poco y nada.

Cagna decidió mover el tablero en el entretiempo. Mamaní y Bucci pagaron por su anemia. “Vitín” entró con las piernas frescas y con García volcado por derecha y Catalán lanzado por el lateral, más el movedizo Acosta y Viturro encontrándose por izquierda, armaron las sociedades que el “Santo” necesitaba ante un “Milrayitas” con brújula perdida en el complemento.

Sin embargo, a San Martín le volvió a faltar peso en el área rival. Lentini tuvo una más, pero definió débil de cabeza. Acosta, que comenzó a alternar sector con García, dispuso de cuatro chances, pero por h o por b, el arco de Gagliardo fue inexpugnable. Y eso que Los Andes, en la última media hora solo atinó a aglutinarse atrás para aguantar los embates de los tucumanos.

Al final, San Martín fue un torbellino, pero careció de claridad. Tras regalar un tiempo (el primero), el conjunto de Cagna mejoró su imagen en el complemento. Pero a veces, dominar pelota y territorio no alcanza, sobre todo cuando los ejecutantes de las buenas intenciones ofensivas terminan decidiendo mal en los metros finales. La puntada final define todo el entramado.

El campo del Eduardo Gallardón no ayudó a jugar al ras, como prefiere Diego Cagna: césped seco y algunos pozos en el terreno. Quizá San Martín debió haber buscado con más insistencia por arriba en el último tramo. Pero pese a la mejoría que se consiguió con los sustitutos el técnico no encontró a alguien que le sacara las papas del fuego. Por eso, la derrota quedó sentenciada.

ANALISIS

Las vacaciones llegaron en el momento justo

Marcelo Andoetto - Especial para LG Deportiva

Cinco para el peso; eso le faltó a San Martín en muchos de sus partidos en este primer semestre de su regreso a la B Nacional: también en Lomas de Zamora mereció más de lo que se llevó. Fue victoria 1-0 de Los Andes, pero al menos debió haber sido empate.

¿Qué pasó? Que el “Santo” desperdició los primeros 45 minutos, etapa que para colmo terminó perdiendo por una pelota parada mal defendida. Reaccionó en la segunda etapa, con más juego asociado y un puñado de oportunidades de gol, pero entonces apareció una “vieja conocida”: su falta de contundencia en el área rival, carencia que lo ha privado de unos cuantos puntos en esta campaña (junto a otros déficits, como el entrar “dormido” a algunos partidos, la comisión de errores puntuales y costosos por parte de su retaguardia –a menudo por desatenciones- y el poco manejo de circunstancias favorables).

La derrota en el Sur del Gran Buenos Aires dolió el doble porque se venía de un impensado paso en falso ante Juventud Unida, y porque Los Andes es un equipo limitado, lógicamente ubicado de mitad de tabla para abajo. Por eso, San Martín cierra con una mueca triste –y con algo de preocupación- un 2016 que allá por mitad de año se transformó en inolvidable por obra y gracia del ascenso. Las vacaciones le llegan en un buen momento.