Sentimientos contrapuestos son los que mostró Pablo Ortega una vez que finalizó la carrera de Viedma de la Clase 2 del Turismo Nacional. La felicidad por el objetivo logrado, el subcampeonato argentino, competía con su desazón por no haber conseguido tal honor con una victoria en la carrera que cerró la temporada 2016. Estuvo a cuatro vueltas de ello, pero finalmente el santacruceño Gastón Grasso y su Toyota Etios pudieron más que “Pabloso” y su Fiat Palio. “Hubiese sido lindo ganar, pero se dio así” dijo.
Hasta la vuelta 12, el tucumano era amo y señor de la competencia. “Venía tranquilo, administrando la ventaja. Atrás venía Federico Alonso con su Ford Fiesta, que jamás me inquietó. Quizás podría haber sacado más ventaja, pero no tenía sentido desgastar el auto o cometer una equivocación. Cuando lo exigí, el coche respondió a la perfección. Hasta que apareció en el panorama Grasso. Y poco pude hacer...”, explicó.
Lo que describió “Pabloso” fue el tremendo sprint final del corredor patagónico, que lo llevó de ser 4° a la punta en pocas vueltas. A su favor, un auto de nueva generación y con una potencia que lo distingue del resto, a partir de un reglamento que se lo permite. En la transmisión televisiva, Ortega lo describió con humor: “parecía que venía manejando una moto de pista. Pero bueno, son carreras, hay que bancarse el momento.”
“No pude ganar, pero logré el objetivo del subcampeonato. Me siento muy feliz. Y pensar que no quería venir a correr esta prueba, porque me había ilusionado con el título, que Alfonso Domenech se adjudicó con un Renault Clio en la carrera de Posadas”, aseguró “Pabloso”.
Grasso ganó con un tiempo de 27’32”445/1000 y Ortega llegó a 1”463/1000. Completó el podio otro sureño, Federico Alonso (Ford), a 3”476/1000.