“Por aquellos años, me acuerdo, jugaban San Martín y Atlético, y la Policía a caballo se metía por aquí, por este pasillo, para castigar a los hinchas. Pasa que antes yo no tenía rejas”. Mientras narra el recuerdo de aquellos episodios de corridas, Clara Juárez le muestra al cronista de LG Deportiva el frente de su casa, por donde, sin pedir permiso, entraban los agentes de la “Montada”, persiguiendo a los hinchas revoltosos.
“Yo nací acá, hace 75 años. Pero hace rato que no pasa nada de eso, se ve que el nivel ha cambiado”, añade. Su vivienda queda sobre calle 25 de Mayo, justo al frente del estadio José Fierro. Aquella noche Atlético recibía a Belgrano (Córdoba), y Clara estaba pegada a la reja, viendo el ir y el venir de los apurados hinchas. “Yo vivo con mis hijos y con mis nietos; todos somos hinchas del ‘Deca’, fanáticos... bueno, casi todos, salvo una nuera, pero ella respeta, porque es la única que no es de Atlético”, cuenta.
Tanto es el fanatismo de los integrantes de su familia, que el llanto -de alegría o de tristeza- está a flor de piel. “Cada ascenso era una fiesta hasta las lágrimas. También se lloraba por las frustraciones: mis nietos se acostaban, se tapaban la cabeza y no hablaban con nadie”, cuenta.
Pero la condición de hinchas “decanos” no se da únicamente puertas adentro de la vivienda. “Sí, son de ir a la cancha siempre. Lo siguen a muerte a Atlético. Y tengo unas nietas que deben hacer la comunión y no paran de renegar porque van a tener que ver el partido por la tele”, dice Clara. Incluso, el hecho de vivir frente al “Monumental” les permite hacer algunos negocios, “Uno de mis hijos está ahora vendiendo gaseosas acá, al frente de la casa”, cuenta, mientras señala con el dedo.
La condición de “decanos” les fue legada por el dueño originario de la vivienda. “Mi tío, José Medina, era fanático, fanático... Él nos crió. Lo seguía a todos lados a Atlético. Juegue donde juegue, él estaba ahí”, recuerda la actual propietaria.
Resulta común encontrar personas que no vean con buenos ojos el hecho de vivir frente a una cancha de fútbol. Pero no es el caso de Clara. Ella está parada en la puerta de su casa, con una sonrisa, viendo desde un sitio privilegiado todo lo que implica un día de partido. “Nosotros lo vivimos de una manera distinta. Nos gusta el movimiento de la gente”, señala. Y cuenta que a veces, los simpatizantes se llegan a pedirle cosas. “Todos son amigos, siempre vienen y piden algo; y uno les da, sea un vasito de agua fresca o, por ejemplo, ahora me pidieron un alargador. Y siempre estamos ayudando, en la medida en que uno pueda les da una mano. Para nosotros es una fiesta”, insiste.