ACTÚAN HOY
• A las 21 en El Árbol de Galeano
(Virgen de la Merced 435).

La verdad que comparten dos hermanos se lleva pesadamente y en silencio. Los inquieta, pero ninguno se atreve a aceptarla. Viven en un pasado que se repite de manera constante, hasta el momento en el que todo ya es inevitable.

Sobre ese argumento, Emilio Ayala escribió “Deudos 2”, segunda entrega de una trilogía teatral cuya dirección asume con la asistencia de Belén Martínez Gibilisco y las actuaciones de Ayelén Ormaechea y Sergio Domínguez. Ellos son los conflictuados hermanos que recuerdan momentos compartidos en la casa de su infancia y que pasan de los juegos y evocaciones a descubrir estremecedoras situaciones no resueltas y a encerrarse en ciertos lugares de los cuales no podrán escapar.

El director no duda en remarcar: “hay veces que es tanta la angustia que genera una pérdida, que muchas veces uno prefiere callarla para así evitar el sufrimiento y el dolor”. De su puesta destaca la importancia de la banda sonora, creada especialmente para “Deudos 2” por el músico tucumano Jonathan Salvatierra: “supo captar la esencia de lo que deseaba trasmitir, para llegar a convertirse en una especie de relator de los hechos”.

“Siempre pensé en una puesta intimista en donde el actor y el espectador se puedan ver cara a cara, lo que generalmente no se puede hacer. La cercanía no permite esconderte o refugiarte, en el espacio pasan todas las emociones y podés darte cuenta de lo que están atravesando en escena. Esto genera una comunicación diferente, en la cual sólo podés sentir y dejarte llevar por el momento”, explica.

Esta segunda parte se presenta como independiente de la anterior entrega, aunque estén vinculadas entre ellas. Ayala prevé una tercera y última puesta de su autoría como cierre, “para terminar de atar todos los cabos sueltos y despejar las dudas que nos puedan haber dejado las historias que se cuentan en esta casa, y que llegarán a su punto final; pero todavía está en una etapa inicial de construcción, con muchas ideas a las que hay que darle forma”.

“Las motivaciones dramatúrgicas siempre vienen de lados diferentes, desde sucesos personales hasta relatos que despiertan mi curiosidad y movilizan algo en mi interior -sostiene-. Por sobre todas las cosas, están mis ganas de escribir, de hacerme escuchar y de mostrarme a mí mismo que puedo hacerlo. Por suerte tengo mucha gente alrededor que son un gran soporte al momento de la creación”.