Guillermina García es conocida en la facultad de Filosofía y Letras de la UNT como “Pochi”. Junto a su hermana, Flavia, desde 2003 vendieron café en un tablón en el pasillo hasta que en marzo de este año se abrió la cafetería. Ambas reclaman que cuando las incorporaron les prometieron un contrato, pero hasta hoy las dos trabajan en negro.

“Yo trabajé durante 25 años en la cafetería de Filosofía hasta que por problemas con los concesionarios se cerró y me quedé sin trabajo. Después me permitieron vender en el pasillo y de forma ambulante”, contó Guillermina.

Durante la toma estudiantil de la facultad en 2013 -recordó- en el petitorio que presentaron los alumnos a las autoridades estaba incluido el pedido de reincorporación de Guillermina y también pidieron por Flavia, porque trabajaban juntas.

“Por este pedido es que el secretario (Sergio Aragón) me ofreció comenzar a trabajar en la cafetería. Me dijo que me iban a hacer un contrato y que iba a cobrar como no docente categoría 7”, recordó Guillermina. A su hermana Flavia también la incorporaron, pero en otras condiciones.

Guillermina explica que trabaja de 7 a 13 y que le pagan por semana $1.750 y que después le acercan $ 3.000 desde la secretaría de Asuntos Estudiantiles. En total, son $10.000 al mes. En cambio Flavia trabajó hasta junio de 7 a 20 horas “bandejeando” por todas las facultades y por jornada recibía $300. Al mes se le hacían $6.000. “Pero desde junio, cuando me enteré que estaba embarazada, les dije que ya no iba a seguir trabajando tantas horas, así que ahora hago medio día y me pagan $150”, contó.

Las hermanas García relataron que desde que entraron se convirtieron en “mujeres orquesta” en la cafetería. No solo les toca atender, sino que Guillermina dice que se pone a armar sánguches o hasta lavar la vajilla.

Flavia ya va por su sexto mes de embarazo y le preocupa el futuro. “El 13 de octubre me internaron y me detectaron síndrome de meniere (un problema en el oído interno que causa mareos). Me dijeron que era por estrés y porque no me estaba alimentando bien”, explica. Estuvo dos días en la Maternidad porque no cuenta con obra social. “Para colmo esos dos días no me los pagaron, aunque presenté certificado médico”, dijo.

Según ellas, la cafetería funciona como algo independiente del comedor estudiantil. La maneja -explicaron- un señor llamado Julio Mansilla junto a su mujer y sus cuatro hijos. Mientras que al comedor lo coordina José Gómez. Esa es la persona que, según Guillermina, le acerca los $3.000 que le mandan desde Asuntos Estudiantiles.

Ambas explicaron que todos los que trabajan en el comedor estudiantil están en distinta situación y que con cada uno hay un arreglo particular.

“El 19 de octubre fuimos a hablar con Aragón para recordarle nuestra situación. Nos dijo que ya estaba en trámite un contrato para mi hermana y que a mí me iban a hacer una pasantía estudiantil”, explicó Flavia. Ella hace un par de años que estudia Ciencias de la Comunicación. Esa sería la razón por la que le ofrecieron una pasantía en lugar de un contrato como no docente.

Las motiva hacer la denuncia porque, como sostuvieron, saben muy bien cómo se manejan las cosas en el comedor y cuánto dinero recauda la cafetería. “En julio no cobramos aguinaldo y ya se vienen las vacaciones y si seguimos así tampoco vamos a cobrar”, dijeron preocupadas. El comedor universitario abrió sus puertas hace un año, el 12 de noviembre, y la cafetería en marzo de este año.

“Son aspirantes”

LA GACETA se comunicó con el secretario de Asuntos Estudiantiles, Sergio Aragón, para consultarle sobre esta denuncia. Reconoció que conoce a ambas, que hay un pedido que se le envió a la rectora, Alicia Bardón, por Guillermina y que a Flavia le había ofrecido una práctica laboral.

El secretario dijo que no podía confirmar que las mujeres estén trabajando. “No puedo dar fe que estaban trabajando porque no estoy ahí personalmente. Tengo entendido que están aspirando a ingresar y les dijimos que si querían colaborar podían hacerlo”, manifestó. Y agregó: “Si pudiera resolver el problema de ellas lo haría con gusto, pero la situación está difícil. Estoy haciendo las gestiones”.

- Pero ellas cobran, ¿quién les paga?

- Te vuelvo a repetir están en tramite, no te lo puedo responder.

- ¿Quién es Julio Mansilla?

- Es un encargado de un servicio tercerizado porque tiene una empresa de servicios gastronómicos y nos complementa para poder funcionar porque no tenemos recursos humanos.

- ¿Y José Gómez?

- Es empleado de la UNT que se encarga de hacer recaudaciones, depósitos, compras. Trabaja en el comedor.

- ¿Él es quien le lleva a Guillermina el dinero desde su secretaría?

- Ya investigaré todo lo que me estás diciendo.

Reclamo estudiantil: “a un año, todos los días quedan alumnos sin almorzar”
Alejandra Arreguez, del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), dijo que la concesión del comedor es muy irregular. “Desde agrupaciones que retiran menúes todos los días sin pagar nada, precios en la carta altísimos, el desayuno para estudiantes no incluye leche (solo té o mate cocido) y una mala calidad en los alimentos, sin ningún tipo de asesoramiento de parte de profesionales nutricionistas”, enumeró. La estudiante dijo que tampoco se respeta la ley que establece que deben ofrecer un menú para celíacos. “Los cupos para comer son limitados. Todos los días quedan estudiantes sin almorzar”, agregó. “Desde el Centro de Estudiantes se pidió varias veces a Sergio Aragón un informe sobre estudios de costo, balance y el carácter de la concesión. El funcionario se comprometió el día 14 de septiembre a presentar el informe en un plazo de dos semanas. Nunca lo hizo”, dijo. 

Reclamo estudiantil: “a un año, todos los días quedan alumnos sin almorzar”

Alejandra Arreguez, del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), dijo que la concesión del comedor es muy irregular. “Desde agrupaciones que retiran menúes todos los días sin pagar nada, precios en la carta altísimos, el desayuno para estudiantes no incluye leche (solo té o mate cocido) y una mala calidad en los alimentos, sin ningún tipo de asesoramiento de parte de profesionales nutricionistas”, enumeró.

La estudiante dijo que tampoco se respeta la ley que establece que deben ofrecer un menú para celíacos. “Los cupos para comer son limitados. Todos los días quedan estudiantes sin almorzar”, agregó. “Desde el Centro de Estudiantes se pidió varias veces a Sergio Aragón un informe sobre estudios de costo, balance y el carácter de la concesión. El funcionario se comprometió el día 14 de septiembre a presentar el informe en un plazo de dos semanas. Nunca lo hizo”, dijo.