Un niño es robado, secuestrado, prostituido… todos estos enunciados forman parte de una realidad de la que lamentablemente no está exento nuestro país ni nuestra provincia. Las distintas formas del crimen organizado van tiñendo el territorio nacional y esto se patentiza en nuevas modalidades de algunos delitos, más allá de la conocida y endémica “inseguridad” de todos los días.
Redes sociales que se viralizan con mensajes apócrifos, fotos trucadas obra de algún inescrupuloso, pero lo que nos interpela es porqué la gente hace eco, lo cree posible, no chequea, descree de toda voz oficial que lo niegue. El rumor se expande y el pánico se apodera de todos. Ahí está el quid de la cuestión, el clima social esta fértil para hacerse eco de estas versiones.
Lo que sucede es que estos rumores que circulan guardan en su seno un carozo de verdad, por eso se expande. Cuando una sociedad esta en crisis, cuando un pueblo está siendo sometido a la perdida de sus condiciones de dignidad de vida, cuando el trabajo falta, el salario baja y la subsistencia se ve amenazada, siempre empiezan a circular versiones míticas en las que los amenazados son los niños. Un niño es robado, secuestrado, matado, vejado, vendido….cada uno de nosotros esta condensado en esa fantasía del niño ultrajado.
Sí la memoria no me falla, podemos señalar cada uno de los momentos en los que rumores de este tipo circularon por nuestra sociedad y siempre se corresponden a momentos de marcada crisis, más allá que hoy las redes facilitan la expansión del rumor.
Esta verdad, que tanto dolor nos trae, que nos hace sentir frágiles y vulnerables a merced de un supuesto gran otro que nos comanda hacia el abismo, en lugar de movilizarnos por el camino de la responsabilidad y de la defensa de lo propio, nos sumerge en estas versiones, que si bien encarnan una verdad nos distraen y nos confunden. Nos confunde sobre la dirección en que tenemos que protegernos, porque más allá de cuidar a nuestros niños y jóvenes, el crimen a gran escala está presente.
Por otro lado, y harina de otro costal, esta la famosa y nunca bien sancionada socialmente “justicia por mano propia”, los que tienen que protégernos, en algunas ocasiones, están complicitados con el crimen. Esto no debe destruir nuestra apelación a la justicia, nada debe romper el lazo de un pueblo con la justicia, porque cuando eso sucede se corre todo el sistema de legalidades e intercambios en una sociedad. Vengo de dictar un seminario en Los Ángeles, en Whittier College, donde justamente surgió esta temática por la problemática social de la muerte de ciudadanos negros en manos de la policía blanca y las venganzas que esto suscita. En algunos estados realmente produjo un caos total, Lo que no deja de preocupar en el país “parámetro de la democracia” mundial. La justicia del ojo por ojo, destruye los cimientos de la sociedad.
Sin embargo, algunos comunicadores irresponsables, como así también gobernantes, dejaron deslizar una anuencia frente a este delicado tema. Entendamos, la gente está cansada de sentirse desprotegida, pero nada, absolutamente nada, da derecho a tomar la justicia en sus manos, porque ahí sí que destruimos todo lo que tenemos, el mejor ejemplo es lo sucedido ayer.