El circuito de las Yungas es un recorrido circular que comienza y termina en San Miguel de Tucumán luego de atravesar zonas de exuberante selva subtropical, rodeada por aguas cristalinas y senderos serranos, donde las cabalgatas, los paseos en bicicleta y la práctica de deportes náuticos en el dique El Cadillal son parte de los atractivos turísticos.
El paseo también ofrece la posibilidad de avistar más de 200 especies de aves en distintos escenarios serranos, subir a la aerosilla, volar en parapente, visitar museos arqueológicos y disfrutar de la paz de pueblos como Yerba Buena, San Javier, Villa Nougués o Raco, donde es posible encontrar sitios históricos vinculados a la lucha por la Independencia y a la cultura ancestral de esa zona.
El primer atractivo del circuito es Yerba Buena, una localidad ubicada a 12 kilómetros de la capital provincial donde predominan las calles arboladas y las construcciones típicas de principio de siglo, aunque la mayoría de ellas recicladas por muchos tucumanos que eligieron ese lugar para vivir.
Las cabalgatas y las visitas al pueblo de San Pablo, donde se pueden ver los vestigios de la poderosa industria azucarera en el marco de un paisaje pintoresco que se caracteriza por el verde de los árboles y el marrón de las calles de tierra, son otros de los atractivos del paseo.
La directora de Turismo de Yerba Buena, Agustina Simón Padros, sostuvo que "el pueblo crece constantemente y, aunque mantiene su fisonomía, va mejorando su infraestructura, lo que ayuda a la llegada de visitantes locales y de otras provincias".
Simón Padros consideró que el desafío en materia turística "pasa por resaltar la gran cantidad de atractivos naturales, la cercanía que tienen entre ellos y la facilidad que hay para recorrerlos sin afectar el estado natural y la biodiversidad de la zona, que es muy rica a pesar de estar cerca de la ciudad".
La posibilidad de captar los sonidos y colores de la naturaleza en la reserva Horco Molle, donde se puede apreciar pumas, llamas, tapires, pecaríes, agutís, lobitos de río, comadrejas coloradas, monos caís, yaguaretés, zorros de monte y colorados, hurones, cuyes, marmosas, gatos de pajonales y más de 80 especies de aves en su hábitat natural, completan la oferta turística.
El titular del Ente Autárquico Tucumán Turismo, Sebastián Giobelliina, le dijo a Télam que "la idea es potenciar la exuberancia de la selva y preservar ese ámbito natural" y "desarrollar servicios de alojamiento y esparcimiento para los turistas en el dique El Cadillal o en la reserva natural Aguas Chiquitas".
El camino continúa, cerro arriba, hacia Villa Nougués, una localidad de casonas señoriales y jardines floridos que cuenta con una capilla de estilo gótico y una cancha de golf, y se prolonga, entre lomadas y arroyos, hasta Raco, donde se fabrican sabrosos quesos y se realizan artesanías en cerámica y tejidos.
El delegado comunal de Raco, Juan Luis Stock, destacó que los atractivos naturales de esa localidad "están atrayendo inversiones privadas destinadas al turismo local y también al internacional" y consideró que esta circunstancia "mejora la actividad económica de la zona".
"La industria del turismo se está transformando en una de las mejores alternativas para el crecimiento de la localidad y, de a poco, influye con fuerza en todo el desarrollo de la provincia", remarcó Stock.
El Siambón, con sus bosques de pinos y eucaliptos, con los dulces elaborados por los monjes benedictinos y con sus espectaculares canchas de golf de pronunciados desniveles, a 1.300 metros de altura, completan la primera parte del circuito Las Yungas.
La segunda parte arranca en el Parque Sierra San Javier, un espacio de 14 mil hectáreas donde los visitantes pueden realizar caminatas por senderos de selva naturales, paseos en vehículos todo terreno y disfrutar de la variedad faunística de esa zona.
La continuidad del trayecto lleva a San José de Chasquivil, donde es posible realizar travesías por lugares inexplorados o descansar en la posada Las Queñoas, una estancia con una reserva natural privada con lagunas donde habitan guanacos y otros animales autóctonos.
El camino de descenso y regreso a San Miguel de Tucumán reconoce una parada obligada en el dique El Cadillal, un espejo de agua rodeado de montañas donde se realizan paseos lacustres y deportes náuticos y donde funciona el Museo Arqueológico, un sitio donde se pueden observar rastros de las culturas Candelaria, Ciénaga, Santa María, Tafí, Belén, Aguada y Cóndor Huasi.
"El circuito Las Yungas ofrece la belleza incomparable de la selva, espejos de aguas claras, buena infraestructura turística y es de fácil recorrido por la accesibilidad de sus caminos, y por eso creemos que tiene mucho para crecer y ofrecer a los turistas", afirmó por último Giobellina. (Télam)
El circuito de las Yungas es un recorrido circular que comienza y termina en San Miguel de Tucumán luego de atravesar zonas de exuberante selva subtropical, rodeada por aguas cristalinas y senderos serranos, donde las cabalgatas, los paseos en bicicleta y la práctica de deportes náuticos en el dique El Cadillal son parte de los atractivos turísticos.
El paseo también ofrece la posibilidad de avistar más de 200 especies de aves en distintos escenarios serranos, subir a la aerosilla, volar en parapente, visitar museos arqueológicos y disfrutar de la paz de lugares como Yerba Buena, San Javier, Villa Nougués o Raco, donde es posible encontrar sitios históricos vinculados a la lucha por la Independencia y a la cultura ancestral de esa zona.
El primer atractivo del circuito es Yerba Buena, donde predominan las calles arboladas y las construcciones típicas de principio de siglo, aunque la mayoría de ellas recicladas por muchos tucumanos que eligieron ese lugar para vivir.
Las cabalgatas y las visitas a Pablo, donde se pueden ver los vestigios de la poderosa industria azucarera en el marco de un paisaje pintoresco que se caracteriza por el verde de los árboles y el marrón de las calles de tierra, son otros de los atractivos del paseo.
La directora de Turismo de Yerba Buena, Agustina Simón Padros, sostuvo que "el pueblo crece constantemente y, aunque mantiene su fisonomía, va mejorando su infraestructura, lo que ayuda a la llegada de visitantes locales y de otras provincias".
Simón Padros consideró que el desafío en materia turística "pasa por resaltar la gran cantidad de atractivos naturales, la cercanía que tienen entre ellos y la facilidad que hay para recorrerlos sin afectar el estado natural y la biodiversidad de la zona, que es muy rica a pesar de estar cerca de la ciudad".
La posibilidad de captar los sonidos y colores de la naturaleza en la reserva Horco Molle, donde se puede apreciar pumas, llamas, tapires, pecaríes, agutís, lobitos de río, comadrejas coloradas, monos caís, yaguaretés, zorros de monte y colorados, hurones, cuyes, marmosas, gatos de pajonales y más de 80 especies de aves en su hábitat natural, completan la oferta turística.
El titular del Ente Autárquico Tucumán Turismo, Sebastián Giobelliina, le dijo a Télam que "la idea es potenciar la exuberancia de la selva y preservar ese ámbito natural" y "desarrollar servicios de alojamiento y esparcimiento para los turistas en el dique El Cadillal o en la reserva natural Aguas Chiquitas".
El camino continúa, cerro arriba, hacia Villa Nougués, una localidad de casonas señoriales y jardines floridos que cuenta con una capilla de estilo gótico y una cancha de golf, y se prolonga, entre lomadas y arroyos, hasta Raco, donde se fabrican sabrosos quesos y se realizan artesanías en cerámica y tejidos.
El delegado comunal de Raco, Juan Luis Stock, destacó que los atractivos naturales de esa localidad "están atrayendo inversiones privadas destinadas al turismo local y también al internacional" y consideró que esta circunstancia "mejora la actividad económica de la zona".
"La industria del turismo se está transformando en una de las mejores alternativas para el crecimiento de la localidad y, de a poco, influye con fuerza en todo el desarrollo de la provincia", remarcó Stock.
El Siambón, con sus bosques de pinos y eucaliptos, con los dulces elaborados por los monjes benedictinos y con sus espectaculares canchas de golf de pronunciados desniveles, a 1.300 metros de altura, completan la primera parte del circuito Las Yungas.
La segunda parte arranca en el Parque Sierra San Javier, un espacio de 14 mil hectáreas donde los visitantes pueden realizar caminatas por senderos de selva naturales, paseos en vehículos todo terreno y disfrutar de la variedad faunística de esa zona.
La continuidad del trayecto lleva a San José de Chasquivil, donde es posible realizar travesías por lugares inexplorados o descansar en la posada Las Queñoas, una estancia con una reserva natural privada con lagunas donde habitan guanacos y otros animales autóctonos.
El camino de descenso y regreso a San Miguel de Tucumán reconoce una parada obligada en el dique El Cadillal, un espejo de agua rodeado de montañas donde se realizan paseos lacustres y deportes náuticos y donde funciona el Museo Arqueológico, un sitio donde se pueden observar rastros de las culturas Candelaria, Ciénaga, Santa María, Tafí, Belén, Aguada y Cóndor Huasi.
"El circuito Las Yungas ofrece la belleza incomparable de la selva, espejos de aguas claras, buena infraestructura turística y es de fácil recorrido por la accesibilidad de sus caminos, y por eso creemos que tiene mucho para crecer y ofrecer a los turistas", afirmó por último Giobellina. (Télam)