La peor actuación de San Martín en este regreso a la B Nacional. El 4-0 que le propinó Guillermo Brown tuvo razones ajenas –es un buen equipo el de Puerto Madryn- y responsabilidades propias: porque San Martín resignó protagonismo en el complemento, se cayó y fue superado tan ampliamente que las dos victorias precedentes se parecieron a un espejismo en medio del desierto patagónico.

A la hora del intervalo, ni el más fanático de los hinchas de Guillermo Brown se hubiera imaginado un desenlace semejante. Porque el empate a cero de la primera etapa estuvo bien: incluso San Martín se mostró más profundo. Estuvo firme atrás, pero le faltó peso en el área rival . Y también faltó que Bucci se sumara a la sociedad de Catalán - García - Acosta por izquierda.

En el segundo tiempo, la “Banda”, se convirtió en una sinfónica, bajo la batuta de Mosca. Cuando Figueroa cabeceó de emboquillada al gol, el “Santo” fue víctima de un sismo de inseguridades. Que se transformó en un terremoto luego de un letal zurdazo de Figueroa y la expulsión de un irresponsable Ferrero, quien pisó a un rival tras ser amonestado.

Con semejante panorama, y con un Guillermo Brown que hace de la contra una de sus principales armas, un San Martín mal parado terminó cavando su propia fosa (Bauman le terminó de echar tierra encima con el tercero). Salió a buscar el descuento sin ideas claras. Y sin dar muestra de rebeldía. Esta vez, Cagna, tampoco encontró respuestas en el banco. Ni Gonzalo Rodríguez, ni Viturro fueron el revulsivo necesario. 

Fue tal la anemia del “Santo” en la generación de juego en el segundo tiempo, que su primera aproximación se dio al cuarto de hora (López, por encima del travesaño). Y hasta los diez minutos finales, cuando su oponente reguló, no volvió a hacerlo. Hubo un zurdazo de Gonzalo Rodríguez que fue palo. En el descuento, Oliver se dejó madrugar por Giordana para dar forma a un resultado más oprobioso aún.

En el aeropuerto de Trelew se exhiben restos fósiles de animales invertebrados. Eso fue San Martín en su visita a Madryn: un equipo sin solidez en su columna vertebral –salvo Taborda, que respondió con buenas intervenciones-, que no pudo ni supo cómo mantenerse erguido. Una clara involución en juego y en actitud que preocupa a todos en Bolívar y Pellegrini.

ANALISIS

Viajó, pero no estuvo en la cancha

Marcelo Androetto - Especial para LG Deportiva

En el terruño de Aluar (Aluminio Argentino), el edificio llamado San Martín, que no sin esfuerzo venía levantando Diego Cagna en la B Nacional, sufrió un cimbronazo inesperado.

No tanto por la derrota en sí, sino por las formas. Porque la construcción del “Santo” literalmente se desplomó en un segundo tiempo de terror. Sobre todo a partir del primero de los dos golazos de Figueroa. Pero los cimientos fallaron desde el arranque mismo del complemento.

Tras un primer parcial correcto, San Martín se dejó acorralar por un Guillermo Brown en celo, que olió a su presa y se dio cuenta de que tenía frente a sí a un rival con más nombre e historia que presente. Y que podía pegar un zarpazo y llegar a la punta. Dos a cero abajo, y con uno menos por una chiquilinada de Ferrero, la goleada era solo una cuestión de tiempo.

El “Santo” no tuvo respuestas ni futbolísticas ni anímicas. El Sur también existe. El problema es que San Martín no existió en Puerto Madryn.