“Sé que lloverán críticas y enojos. A todas las respeto porque de ellas se aprende”, se puede leer en la nota que el fiscal federal Gustavo Gómez le envió al fiscal Diego López Ávila para aclarar sus dichos sobre la muerte del padre Juan Viroche.
El escrito, redactado ante la posibilidad que López Ávila citara a declarar a Gómez, tiene siete puntos y varias recomendaciones. Estos son algunos de los conceptos más importantes (el documento íntegro se podrá observar en LAGACETA.com).
- Primero: “La semana anterior al fallecimiento del cura párroco de La Florida, un sacerdote me solicitó si podía hacer algo por él, ya que tenía fundados temores de que su vida corría serio riesgo así como la de alguno de sus familiares...”. “Acordé con el sacerdote que me transmitía ese mensaje que recibiría al padre Juan en mi oficina lo antes posible, ya que a los pocos días comenzaba una licencia por vacaciones y no podía postergarla...”. “El padre Juan nunca vino por mi oficina...”. “Esa conversación se dio en el atrio de la iglesia a la que había concurrido para asistir a misa. Como información adicional debo señalar que me comentó en ese mismo momento que había solicitado su traslado a otra parroquia al Arzobispo de Tucumán, Alfredo Zecca, hacía varios días antes -no recuerdo con exactitud cuántos- y que aún no había sido dispuesto. Ello acrecentaba sus temores. Quiero agregar que mi intención era ofrecerle al padre Juan la posibilidad de acogerse al Programa Nacional de Protección a Testigos e Imputados creado por la Ley 25.674. Para ello necesitaba conocer algunas circunstancias y una declaración en la que me relatara los hechos. No recuerdo con exactitud si esa intención se la manifesté directamente a mi interlocutor y, por supuesto, ignoro si él se lo comentó al padre Juan”.
- Segundo: “El mismo día de su muerte a las nueve y veintisiete horas de esa misma mañana, recibí una llamada telefónica del mismo sacerdote... No pude atenderla. Tres minutos después me llega el siguiente mensaje: ‘Gustavo hoy han encontrado muerto ahorcado al p. Juan Viroche en la Iglesia de La Florida. Lo golpearon y lo colgaron en las escaleras del altillo de la scristía’. Tanto el nombre del sacerdote, el teléfono, como la imagen del mensaje se la adjunto en sobre cerrado para ud. decida sobre su utilidad”.
- Tercero: “El Padre apareció colgado. Es un mensaje mafioso por cuanto la gran cantidad de casos de jóvenes que se han suicidado en Tucumán como consecuencia del síndrome de abstinencia, lo han hecho ahorcándose. Desconozco si hay alguna relación de por qué no se eligen otros métodos para quitarse la vida, pero siempre tuve para mi coleto que ‘el suicida por el paco’ se ahorcaba. Obvio es decir que el padre Juan no consumía estupefacientes. Por ello el método elegido es, desde mi visión un mensaje a la pléyade de sacerdotes, religiosos, pastores y vecinos tucumanos que hoy se dedican al rescate de estos jóvenes”.
- Cuarto: “Era muy claro que el padre estaba siendo amenazado. Me atengo a los dichos de sus amigos, colegas y entorno. La tarea de rescatar los niños y jóvenes de La Florida afectados por el ‘paco’ -ese residuo mortal que deja la cocaína cuando se la purifica- era impactante. Pero no debe asombrarlo que no haya ninguna denuncia sobre vendedores, ‘dealers’, etc. que asolan La Florida, Delfín Gallo y tantas otras ciudades. Ningún sacerdote las hace. Alguna vez se me explicó que tenía que ver -en el caso de los curas- con el secreto de confesión y que de modo alguno podía ni siquiera sospecharse que había sido traicionado...”.
- Quinto: “A mi entender el padre Juan no reviste un perfil de personalidad acorde a un suicidio. Máxime en las condiciones en las que fue encontrado. Seguir a Jesús implica para el sacerdote un compromiso de por vida. Un compromiso con la vida. Su actitud valiente para enfrentar los flagelos mencionados y su determinación en llegar hasta su propio sacrificio no puede interpretarse como un suicidio. Jesús tuvo el Poder Divino de enfrentar a sus homicidas y no lo hizo. Jesús previendo ya su crucifixión pidió ayuda a sus amigos; más aún lloró y hasta transpiró sangre la noche anterior de su muerte. Nadie lo escuchó. Su decepción fue mayúscula, pero no por eso se suicidó”.
- Sexto: “Esa zona geográfica, La Florida y Delfín Gallo, vista desde una perspectiva reduccionista y equivocada, podría ser catalogada como poco atractiva para los comerciantes de estupefacientes pues demográficamente presenta menor cantidad de potenciales consumidores respecto a otros centros urbanos de la provincia. Ese razonamiento desconoce, flagrantemente, que el narcomenudeo necesita de una estructura dispuesta para garantizar el acceso prohibido para su posterior distribución en la población afectada”.
- Séptimo: “De inmediato me puse a revisar los medios de prensa tucumanos para verificar lo que allí se decía y ya se daba como hecho el suicidio. Palabra más o menos recuerdo haber leído que “los empleados judiciales, que trabajaban en el lugar del hecho, dieron a entender que podría tratarse de un suicidio...”. “Me indigné y coincidió con una entrevista que me solicitaba el canal de televisión TN de Buenos Aires a la que accedí. Para ello fui claro en hacerle saber a la productora que no era el fiscal del caso, que soy un fiscal federal, que estaba en manos de la justicia provincia, sin posibilidades de que sea girado a nuestra órbita”.
En el escrito, Gómez también deja en claro que se ofrece a colaborar en la investigación del caso. Propone, entre otras cosas, que el fiscal realice la prueba grafológica. “Puede ser útil para en algunos casos y los puntos periciales pueden ser: determinar diferencias respecto al estado de ánimo del escribiente; cuadro depresivo y/o angustiante de significada importancia y, en su caso sería factible si se sintiera atemorizado o sufriendo alguna amenaza”.