Desgarradoras escenas de dolor se vivieron esta tarde durante el sepelio del cura Juan Viroche. Una multitud acompañó los restos del sacerdote desde la localidad de Wenceslao Posse hasta el cementerio de Cevil Pozo en una enorme caravana con cientos de moticicletas y vehículos. Entre oraciones y lágrimas exigieron justicia por él. Al finalizar la ceremonia, lo homenajearon con un cálido aplauso.
A las 15, el féretro salió de la iglesia Nuestra Señora del Carmen, donde se realizó el velorio, envuelto en una bandera Papal y una de San Martín, club del que era fanático. Antes de llegar al cementerio, los restos del padre Juan fueron llevados a la puerta de la iglesia Nuestra Señora del Valle, en La Florida, para que los habitantes del pueblo pudieran despedirlo.
El velorio se realizó desde anoche hasta esta tarde en Posse. Allí, miles de personas despidieron los restos del cura, cuya muerte, que tuvo una repercusión a nivel nacional, es investigada por la Justicia.
La misa fue oficiada por el arzobispo Alfredo Zecca, quien estuvo acompañado por el obispo de Concepción, José María Rossi, y por el cardenal Luis Villalba. Entre lágrimas, muchas personas, en su mayoría mujeres y niños, siguieron con respeto el velorio del sacerdote, conocido por sus denuncias contra el narcotráfico, la delincuencia y la corrupción local.
Ayer se confirmó, según el estudio que realizaron los médicos forenses, que el cuerpo del religioso no presentaba señales de violencia, ni ningún indicio que haga suponer que fue asesinado; es por eso que se empezó a contemplar la posibilidad que Viroche se suicidara.
Debido a las denuncias que realizó y a las amenazas que recibió, la gente de La Florida no cree que el sacerdote se haya quitado la vida de manera voluntaria.