Primero llegaron al hospital de Niños los “payaterapeutas”, con sus luces y colores en el alma, en la ropa, en los zapatos. Los había inspirado el “huracán” Patch Adams, ese personaje cuya vida llevó al cine Robin Williams, y que marcó un antes y un después en la relación entre los pacientes y los profesionales de la salud: las ciencias de la salud se habían vuelto más empáticas, menos frías, más solidarias, más humanas. Y ahora que en Tucumán se acaba de sancionar la ley de incorporación de payasos a los hospitales, los colores también han aterrizado en la sala de Tomografías del hospital de Niños, donde antes había luces frías y una atmósfera “hospitalaria”.

Otro mundo

La primera impresión que tienen aquellos que ingresan hoy a la sala de tomografías es la de estar dentro de un dibujo animado. El color cielo predomina en la sala. Estrellas, soles, naves espaciales y planetas alegran todo el lugar.

El gran aparato casi se integra al “espacio”. En el techo, dos astronautas observan la escena.

Emilse Salas es mamá de una nena que padece retraso mental. Cuenta que por su enfermedad la niña debe someterse a estudios médicos permanentes. Y que por ese motivo, su presencia en la sala de tomografías del Hospital de Niños es habitual. Añade que la gran máquina gris que hay en esa habitación, al encenderse, hace un ruido molesto que solía generar llantos y temor en los pequeños.

“Las razones por las que los médicos pueden solicitar una tomografía son varias: diagnóstico de infección, identificación de masas y tumores, estudio de vasos sanguíneos o algún problema en los huesos o músculos, y exponer a un niño a este proceso suele ser angustiante y les genera rechazo”, contó Emilse; y añadió que a lo largo de los años vio una reacción común en la mayoría de los nenes que, al igual que su hija, deben someterse a tomografías: mucho miedo y soledad, porque adentro del aparato están solos. Pero apunta que ahora las cosas parecen haber cambiado: que, por lo menos, los chicos ya no lloran cuando ingresan a ese lugar.

Ejemplos a multiplicar

Estas intervenciones, que reflejan una perspectiva de humanización hospitalaria, ya se manifiestan en distintos centros médicos del país. En el hospital Garrahan, por ejemplo, remodelaron algunas de sus salas: las intervinieron con el objetivo de mejorar la experiencia de los pequeños pacientes y hasta las “guionaron” para que los chicos vivan menos traumáticamente su paso por el hospital. Allí, antes de ingresar a la sala, los nenes reciben un mapa para ayudar a un extraterrestre a encontrar su nave espacial, que no es otra cosa que el resonador magnético. Para llegar hasta ahí los chicos tendrán que pasar primero por una mina abandonada, encontrar un fósil de dinosaurio y un diamante, luego atravesar una cascada y la puerta de una ciudad perdida en el medio de la jungla que los llevará hasta la nave. Ahora, el Hospital de Niños tucumano se ha sumado a parte de esa movida.

La nueva sala predispone de manera diferente a los pequeños pacientes. “Hoy muchos se animaron a entrar solos”, destacó Salas. “No vi a ningún nene llorar”, agregó.

El director del Hospital de Niños, Oscar Hilal, explicó que la iniciativa en el tomógrafo fue llevada a cabo por la arquitecta Virginia Jairala junto con el departamento de recursos físicos del Siprosa. “La idea es que los chicos vengan con menos miedo y que se entretengan viendo las imágenes de la sala”, aseguró.

Según comentó Hilal, a la comunidad hospitalaria también le gustó la idea y se mostró conforme con este cambio. “Tuvimos una respuesta muy linda. Jugando pueden olvidarse que les estamos haciendo un estudio. Esperamos mantenerlo”, comentó Pedro Grassino, médico del servicio de tomografía del Hospital.