CALI.- En una tierra en la que el éxito no era sinónimo de Argentina, la Selección de futsal pudo al fin hacer bandera y festejar tras proclamarse campeona del mundo. En cancha chica, al menos, llegó la alegría para el fútbol nacional. Un festejo inmenso y tenso, por cierto, ya que Rusia -rival en la final- siempre estuvo en juego, ya que perdía por tres goles de diferencia y quedó a un minutos de la hazaña del empate.

Pero nada de eso pasó y la Selección conquistó el premio mayor. Ganó porque fue mejor en lo suyo y en lo que venía haciendo el adversario. Los dirigidos por Diego Giustozzi llegaron a la definición como el equipo menos goleado del campeonato (apenas seis), mientras que los rusos, que en sus filas cuentan con varios brasileños nacionalizados, eran los más letales (36). Ayer no lo fueron: Argentina ganó 5-4 y eso que empezó perdiendo por el tanto de Eder Lima a los 15’ del acto uno (se juegan dos tiempos netos de 20’. Si la pelota se va afuera, el reloj para).

Alamiro Vaporaki respondió rapidísimo, al minuto, y Juan Cuzzolino (19’) dejó al equipo en ritmo de campeonato antes de irse al descanso. Era todo buena onda, a partir de la enorme tarea del arquero Nicolás Sarmiento.

Sin embargo, en el complemento Lima volvió a pegar rápido: puso el 2-2. ¿Preocupación? No. Al toque, Alan Brandi estiró dos veces las cifras. Siendo dueño del marcador (4-2) Argentina comenzó a atrincherarse y a esperar de contra. Recién sobre el ocaso del partido pudo meter un golazo de arco a arco, de Constantino Vaporaki.

El tiempo corrió y Argentina se aferró al 5-2, con la resistencia de Sarmiento y el orden táctico, aunque en los instantes finales el propio Lima y Dimitry Lyskov apretaron el tanteador.

Argentina se sumó así al pequeño Olimpo de campeones mundiales de futsal junto a España (ganó en 2000 y 2004) y a Brasil (1989, 1992, 1996, 2008 y 2012), Bienvenida sea. (Especial)