Rick Gladstone / The New York Times

No pueden jugar, dormir o ir a la escuela. Con frecuencia, no pueden comer. Las lesiones o enfermedades que sufren podrían ser fatales. Muchos sólo se amontonan con sus padres en refugios subterráneos, sin ventanas, los cuales no ofrecen protección alguna de las potentes bombas que han convertido el oriente de Alepo en una zona de muerte.

Entre las casi 250.000 personas atrapadas en el reducto insurgente de la dividida ciudad siria, hay 100.000 niños. Las víctimas más vulnerables de los bombardeos intensificados por parte de fuerzas sirias y sus aliados rusos. Si bien el mundo es sacudido a diario por el sufrimiento de niños en el conflicto sirio - las fotografías del cuerpo ahogado de Alan Kurdi y la cara ensangrentada de Omran Daqneesh son de los ejemplos principales -, son cada vez más comunes niños muertos y traumatizados.

La rutina en el oriente de Alepo, donde niños en estado de shock por los proyectiles son exhumados de escombros o dejados retorciéndose de dolor con ropa ensangrentada sobre sucias camillas de hospital, es una confluencia de la joven población de Siria, de diplomacia fallida y de la realidad de una guerra que parece estar empeorando tras más de 5 años.

“Ellos están atrapados, y no tienen forma de escapar”, dijo Alun McDonald, uno de los portavoces de operaciones en Oriente Medio por Salven a los Niños, la organización internacional de caridad. “Esa es una de las razones por las que estamos viendo cifras tan grandes de bajas infantiles”, agregó.

La gente que vive en las áreas asediadas que controlan los rebeldes en Alepo ha demostrado un alto nivel de resistencia y adaptabilidad, mudando bajo tierra escuelas y hospitales en busca de protección. De la misma forma, la vida ha continuado del lado occidental de la ciudad, controlada por el gobierno, donde, con base en el Observatorio Sirio por los Derechos Humanos, murieron en julio 49 menores por fuego de mortero.

Pero, últimamente del lado oriental, dijo McDonald, el bombardeo se ha vuelto tan intenso, con bombas tan potentes, que incluso los refugios subterráneos ya no son seguros. Salven a los Niños denunció que en varios hospitales y centros de salud la mitad de las bajas han sido niños, desde que los bombardeos aumentaron tras la caída de un efímero cese al fuego, la semana pasada.

Todo parece indicar que la batalla por el control de Alepo se intensificó este martes, cuando fuerzas progubernamentales realizaron una nueva ofensiva. Esto indica una nueva determinación por parte del gobierno y sus aliados para recuperar toda la ciudad, pero la batalla puede ser larga, desgastante y llevar meses o incluso años, advirtieron oficiales internacionales. Incluso con aliados milicianos de Irak, Afganistán, Irán y el grupo libanés Hizbulá, el gobierno no ha logrado en el pasado ocupar territorio rápidamente y controlarlo.

Hanaa Singer, la representante de Unicef en Siria, dijo que aún debía precisarse el número de bajas infantiles en el oriente de Alepo. Sin embargo, dijo que definitivamente, es la peor situación que hayamos visto para los niños. Apenas unas semanas atrás -advirtió Singer-, Unicef planeaba publicitar cómo niños del oriente de Alepo estaban inscriptos para volver a la escuela, con fotos de estudiantes caminando a clase más allá de pilas de escombros. Ese plan fue desechado. “Los niños no están yendo a la escuela ahora”, aseguró.

El porcentaje de menores que ha sido asesinado o herido en el oriente de Alepo efectivamente parece ser mayor que en otros conflictos recientes de Oriente Medio, con base en Salven a los Niños. En el primer año de la guerra en Yemen, por ejemplo, alrededor del 28 % de los civiles muertos eran niños. En la guerra de Gaza de 2014, Naciones Unidas ha estimado que un 35 % de los civiles muertos eran niños.

Los menores en las asediadas regiones de Alepo enfrentan también funestas carencias alimenticias y de medicina. Cirugías y transfusiones de sangre requeridas para atender heridas de bomba, a decir general, son prácticamente imposibles actualmente. Trabajadores médicos han dejado que niños mueran en pisos de hospitales por falta de suministros.

Grupos de ayuda estiman que solamente hay 35 médicos restantes en el oriente de Alepo -uno por cada 7.143 personas-, por lo que tiene el peor rango de médicos y pacientes que cualquier ciudad estadounidense.

A diferencia de lo que sucede en otras ciudades recalcitrantes en Siria, las fuerzas del gobierno sirio y los militares rusos han empezado a lanzar bombas “revienta búnkeres” de extraordinaria potencia y no mucha precisión, las cuales pueden borrar totalmente refugios subterráneos, dicen residentes y trabajadores de ayuda humanitaria. Residentes del oriente de Alepo también han informado del uso de munición incendiaria de racimo; esto es, bombas que contienen cientos de pequeñas bombas que estallan, incendiando barrios enteros.

Ben Goodland, un analista de armas en IHS Aerospace, dijo en un informe que tan sólo el uso de munición incendiaria daría la impresión de violar convenciones sobre armas que prohiben su uso en centros de población civil.

Todo parece indicar que la naturaleza indiscriminada de los bombardeos es de escasa inquietud para el gobierno del Presidente Bachar Assad y sus aliados rusos, quienes han desdeñado acusaciones de Occidente sobre crímenes de guerra y dejado en claro que se proponen recuperar el oriente de Alepo, sin consideración a las bajas y destrucción.

Hannah Stoddart, directora de activismo y comunicaciones por War Child, organización de caridad con base en Londres, dijo que el gobierno de Assad había violado el derecho internacional al apuntar a “áreas urbanizadas, escuelas y hospitales, donde hay probabilidades mucho mayores de que niños reciban impactos. Sumado a eso, el acceso a la ayuda está siendo bloqueado”, dijo en una declaración. “Así que si los niños no son asesinados o lesionados, enfrentan el riesgo de morir de hambre”, agregó.

Ammar al-Salmo, quien encabeza la unidad del oriente de Alepo de los Cascos Blancos, grupo de la defensa civil, dijo en una llamada por WhatsApp que las tácticas del gobierno “llevan el terror a los corazones de civiles y dificultan que rescatadores ayuden a evacuar las bajas”. Los bombardeos, dijo, han sido aleatorios e irregulares. “A veces ocurren en plena noche, a veces temprano por la mañana para que la gente no puede predecirlos. Es una campaña de venganza en contra de la gente que decidió permanecer en Alepo”, añadió.