El barrio de La Costanera, en el límite de la capital tucumana y Banda del Río Salí, durante 2016 estuvo en boca de todos en dos oportunidades. La primera fue en enero, cuando el Dakar pasó por allí y uno de los integrantes del equipo Patronelli tuiteó que no podía creer la cantidad de basura que había en el lugar. Por otro lado, el barrio volvió a las portadas esta semana cuando las fuerzas federales y provinciales ingresaron para desbaratar la banda de narcomenudeo del “Gordo Rogelio”. Sin embargo, hay una tercera pata en ese trípode de cuestiones negativas con las que deben lidiar allí: los robos.
Muchas veces las víctimas son los mismos habitantes del caserío. Sin ir más lejos en marzo una vecina del barrio, Rosa Burriguin, escuchó un ruido durante una madrugada y cuando fue a ver qué pasaba, se encontró con una situación insólita: le habían robado la puerta de su casa. Pese a estos casos, los asaltantes de la zona en los últimos meses desarrollaron una nueva veta para cometer delitos: se paran a los costados de la avenida de Circunvalación y arrojan proyectiles a los automóviles para que se detengan y así poder asaltarlos. La mayoría de los afectados en estos casos suelen ser personas ajenas a la zona.
Dos casos, un día
El domingo a las 11 de la mañana pasó por la avenida de Circunvalación Ana Castaño en su auto. Iba con su hija de ocho años y otros dos nenes. A la altura del primer basural -que fue limpiado tras el Dakar, pero reapareció- que se ubica al oeste del camino, vio que desde arriba de un árbol lanzaban una piedra dirigida a su automóvil.
“El proyectil era para ella pero pegó en otro vehículo que venía a la par, que tuvo que parar. Mi mujer aceleró y por el espejo retrovisor vio que seis hombres a cara descubierta corrieron hasta donde el conductor había frenado y lo asaltaron”, denunció a LA GACETA Esteban Ledesma, quien suele pasar por la zona porque vive en Las Salinas.
“Es muy peligroso. En esa zona también me quisieron asaltar a mí en una ocasión que iba en una camioneta. Cuando vi que se querían subir a la caja, aceleré y logré evitarlo. Casi choco a otro auto. Además tengo un amigo carnicero, Juan, al que lo desvalijaron en ese lugar”, añadió.
El otro ataque que pudo conocer LA GACETA de ese día se perpetró cinco horas después en el mismo lugar. Los agresores, al parecer, fueron los mismos. “Iba detrás de un camión al que atacaron seis individuos, todos hombres y jóvenes, a cara descubierta. Como el chofer siguió, me tiraron piedras a mí y me rompieron la ventanilla del acompañante, donde iba mi pareja”, relató Jorge Vicente Cruz, quien ante esta situación no dudó y aceleró. “Les tiré el coche encima para asustarlos”.
Este fue el tercer ataque de estas características que sufrió Cruz. En uno de ellos no lograron que frenara, pero en el otro sí, y además de sacarle la plata, le pegaron un duro culatazo en la cabeza.
“Lo que más me indignó de esta situación es que no encontré ayuda policial. Descubrí dos patrulleros en las estaciones de servicio de la zona. En uno de ellos había un policía durmiendo. Del otro me dijeron que no podían hacer nada porque no era su jurisdicción”, reclamó.
Al parecer esta práctica lleva varios meses en la zona. En marzo, Cristian Montenegro contó que vio cómo paraban a un auto para robarle. Cuando frenó para evitar el robo, él mismo terminó siendo la víctima: le quitaron una guitarra y la moto.
Ataques a policías
Desde la comisaría 11°, que tiene a su cargo La Costanera, prefirieron no realizar declaraciones. Sin embargo, una fuente policial comentó que en la zona suelen patrullar dos automóviles y cuatro motos del 911, más los móviles de la seccional de esa zona, y que incluso la presencia se incrementa de noche.
“Es una zona difícil. En una ocasión hicieron una llamada falsa a la Policía para emboscar a los efectivos. Siempre que se ingresa vuelan piedras y uno no sabe de dónde vienen. Más de una vez también se realizaron disparos contra el personal de la fuerza”, graficó.