BUENOS AIRES.- Necesitaba tanto o más que Boca encontrarse con una actuación así. Darío Benedetto venía cruzado desde su llegada a La Ribera. No pegaba una y el arco rival parecía estar a trasmano siempre. Pero ayer tuvo la tarde con la que soñó desde muy pequeño.
Confeso hincha de Boca, Benedetto estuvo on fire y fue el gran artífice de una victoria clave para el equipo de Guillermo Barros Schelotto, que piensa pelear el título en el torneo de Primera.
Ayer, el “Xeneize” se sacó rápido de encima a un Quilmes tan híbrido como dubitativo. Aunque claro, al principio pasó algo de zozobra porque todavía le faltan ajustar algunos detalles en su última línea.
El 4-1 final no se discute. Boca fue amo y señor de un partido que fue tal sólo 17 minutos. Porque cuando Benedetto marcó el 2-1, el “cervecero” se cayó a pedazos y el “Xeneize” se floreó. Movió la pelota a su antojo y hasta tuvo la posibilidad de estirar la ventaja en varias ocasiones. Pero falló en la puntada final.
El pelado estuvo encendidísmo en la “Bombonera”. Marcó sus primeros goles con la camiseta que lleva en su corazón y lo hizo de manera contundente: un hat-trick para llevarse la pelota y guardarla en el rincón más glorioso de sus recuerdos futbolísticos.
Un gol de taco, otro de cabeza y un misil teledirigido fueron sus aportes a una victoria que para Boca significa muchísimo. Además, tuvo participación en el restante tanto. Una asistencia “riquelmeana” de taco para que Ricardo Centurión pudiera sentenciar un duelo que tuvo un tiempo y medio de más.
El contundente triunfo llegó en un momento clave para el equipo del “Mellizo”. Con un Estudiantes que parece imbatible, la idea del “Xeneize” es seguirlo de cerca, esperando el primer tropezón para pegar el zarpazo.
Si bien Quilmes no fue un rival para medir su potencial, Boca puede dar fe de que de mitad de cancha hacia adelante tiene variantes y es un equipo picante. Pero claro, debe amalgamar el equipo en los primeros metros de la cancha.
Los dirigidos por Alfredo Grelak, haciendo muy poco, pudieron mirarle la cara de cerca a Guillermo Sara. De hecho, a pesar de que Boca se había puesto en ventaja casi en el amanecer del duelo, la visita devolvió palo por palo y, en la primera que tuvo, facturó. Hernán Da Campo aprovechó un quedó defensivo del local para poner el 1-1. Pero fue sólo eso y nada más.
Bastó que Benedetto volviera a aparecer para que los sueños del huésped quedaran enterrados y para que Boca volviera a pensar en grande.
Ahora el “Xeneize” va por el gran objetivo del semestre: la Copa Argentina. Lanús, uno de los mejores equipos de la actualidad, aparece en el horizonte. Pero claro, con un Benedetto implacable, nada parece imposible. (Especial)