Martín Sued se fusionó con el bandoneón en el Norte, cuando se afincó a sus 18 años en Tilcara por un tiempo. Desde allí recorrió escenarios de Jujuy, Salta y Tucumán, donde esta noche regresa para estar junto a Martín Páez de la Torre en Casa Managua (San Juan 1.015) a las 22, con un recital de temas propios compuestos en el instrumento que le robó el alma.
“La música de Astor Piazzolla me encandiló y me acercó al bandoneón en la adolescencia. Su desarrollo técnico y expresivo está muy ligado al tango, junto a la música litoraleña y al folclore del noroeste, y es casi inevitable pasar por ese sonido cuando se elige estudiar el instrumento. Pero siempre fue consciente de mi necesidad de hacer otra cosa, y hace unos años que encontré el lugar que me gusta en tocar la música que escribo. El tango tal vez aparece pero como una sombra, como un gesto, y no de manera premeditada, al tiempo que convive con músicas”, le explica a LA GACETA.
- ¿Cómo es componer para bandoneón?
- Es una aventura muy apasionante, trae consigo una tradición enorme y riquísima, pero en algunos aspectos está poco explorado, tal vez por estar ligado a géneros definidos. Es una orquesta portátil con la cual aún hay mucho por experimentar. Si bien existe su tradición en el tango, también la hay en otras regiones en cada caso con una singularidad muy definida, y con enormes obras de artistas increíbles. En Buenos Aires estuvo muy poco difundido el bandoneón del folclore y del litoral, como la obra de Dino Saluzzi por ejemplo.
- ¿Hay nuevas sonoridades en cuanto a propuestas estéticas?
- Creo que la tradición es algo dinámico, en constante construcción, y que están pasando cosas en la música argentina muy luminosas, nuevos faros como las obras de Diego Schissi, que al margen de cualquier discusión en cuanto a rótulos, es sin dudas música de Buenos Aires y de altísimo vuelo, todo un fenómeno.
- ¿Se está conformando un mercado de consumo cultural joven?
- No lo sé realmente, sí se ve y se siente es que hay una generación nueva de músicos excelentes, inquietos y con ganas de tocar y de escuchar y eso inevitablemente genera nuevo público, nuevos espacios y multiplica. Todo este movimiento brilla por su ausencia en los grandes medios de comunicación, sucede soterradamente. La música, más que un bien de consumo, es un medio para encontrarse, para pensarse y para compartir.
- ¿Qué obras vas a ofrecer en tu visita?
- En principio, con Martín vamos a estar cada uno haciendo su repertorio propio, y también compartiremos algunos dúos como “Oriental”, una obra hermosa de él, o “Sanyo”, una música mía.
- Trabajás en paralelo con distintas formaciones, ¿qué te da cada una?
- Cada proyecto es un espacio con diferentes naturalezas y me plantea distintos desafíos. En Tatadios estoy con Alan Plachta, Juan Bayón y Nicolás Gaggero, y predomina la música que escribo las partes de cada instrumento, exceptuando la batería, hay un trabajo de ensamble muy minucioso. En Chiche Trío, junto a Sergio Verdinelli y a Juampi di Leone, aparece más la improvisación y la espontaneidad. Hay composiciones que tocamos en ambos proyectos y la vida que cobran en cada propuesta es muy distinta. Y el único espacio en donde toco tango tango es en el dúo que integro con Leandro Nikitoff, con el que acabamos de editar el primer disco.