Un problema de salud empujó a Alejandro Ríos, docente de la Facultad de Agronomía y Zootecnia de la Universidad Nacional de Tucumán, a realizar una periódica y habitual actividad física. Desde ese momento, incorporó a la bicicleta y a la práctica de kayak a su vida.
El domingo 11 llevó su kayak al lago San Miguel, del Parque 9 de Julio, y se encontró con una postal que contrastaba con la imagen de su niñez, en la que el espejo era hogar de gansos y distintas especies de peces. Allí, además, alguna vez hubo lanchas a pedales en las que las familias podían dar un paseo.
"El lago es ideal para la práctica del kajak y está al alcance de la mano. Antes de ir pedí autorización en la Dirección de Espacios Verdes del municipio y me dijeron que no había problemas, aunque se me advirtió que había mucha basura porque el servicio de limpieza era insuficiente para la gran cantidad de residuos que se arrojan los fines de semana", contó Ríos a LA GACETA.
Jamás imaginó que la imagen con la que se encontraría sería muy superior a lo que imaginó. "Cuánta tristeza me dio ver cientos de bolsas, botellas y todo tipo de desechos. Ante eso, opté por tratar de juntar lo que pude pero sé que el esfuerzo de una persona es mínimo. Confieso que me costó reaccionar, me dio mucha impotencia saber que la inconducta ciudadana es capaz de convertir a un lago en un basural", relató el docente.
Ese mismo día, por la tarde, Ríos llamó a su hermano, Fernando, el impulsor en Tucumán de la "heladera social". Sabiendo que él tenía más experiencia le preguntó que podía hacer y de ahí surgió la idea de hacer una convocatoria de limpieza del lago para todo aquel que tenga una canoa, una balsa, kayak o un bote.
"Armé un evento en Facebook y ya se han sumado siete voluntarios. La idea es concentrarnos el domingo, a las 9, y que cada uno recoja lo que pueda. Al lago hay que volver a usarlo, estoy seguro que ese es uno de los caminos para recuperarlo y para que se modifiquen las malas conductas ciudadanas. Si alguien se quiere sumar será bienvenido", señaló.
En junio de este año, ambientalistas advirtieron en LA GACETA sobre el daño ecológico que sufre el lago todos los fines de semana.