A seis días de la fuga de José “Pico” Peralta -acusado de “narco” por la Policía- de la comisaría de Delfín Gallo, pierde fuerza la versión de que habría sido liberado por un grupo comando. Los tres efectivos que estaban esa tarde en la dependencia declararon, pero sólo llevaron confusión a la investigación, y el abogado del detenido, Cergio Morfil, insistió en que “Pico” salió sin utilizar la violencia y hasta con ayuda de los uniformados.
La primera versión -ventilada por fuentes policiales y vecinos de la comisaría- relataba un presunto ingreso violento por parte de cuatro personas armadas al edificio para liberar a Peralta. Según esa línea, luego de golpear a los efectivos, se habrían llevado a “Pico” en un VW Gol gris hacia Santiago del Estero por un camino rural.
El relato del golpe comando se encuentra -al menos- sospechado, luego de que los tres policías que estaban de guardia el jueves en la seccional de Delfín Gallo declararon ante la fiscala Mariana Rivadeneira. Una alta fuente judicial informó a LA GACETA que los relatos tuvieron varias contradicciones. Los uniformados sí coincidieron que los hombres que los redujeron no los ataron ni los encerraron y que tampoco les sacaron sus armas reglamentarias.
Por este motivo, desde la fiscalía I° se comenzó a prestar atención a dos versiones que crecieron en las últimas horas en los pasillos de Tribunales. La primera, la de Morfil, quien asegura que a Peralta lo sacaron de la comisaría los mismos policías y que lo llevaron a su casa.
La segunda, que da cuenta de un presunto permiso. Según esta hipótesis, los efectivos le habrían permitido a “Pico” que saliera el jueves a la mañana con la condición de que volviera esa misma noche. Siempre según esta versión, al ver que el detenido no volvía, los efectivos habrían alertado sobre el presunto ataque de un violento grupo comando de cuatro hombres armados y de un auto gris escapando a toda velocidad.
Morfil siempre sostuvo que no había existido ningún copamiento en Delfín Gallo. “Habría que preguntarle a los policías cómo hizo para concretarlo”, deslizó la semana pasada en diálogo con LA GACETA. En las últimas horas, dio más detalles sobre cómo habría sido la fuga, según su defendido.
“La misma Policía llevó a Peralta a su casa. Por eso siempre dije que no había existido una fuga violenta, ni un golpe comando. Salió caminando de la comisaría ese día y se entregó 24 horas después, por consejo nuestro, en los Tribunales Federales”, aportó Morfil.
Inconsciente colectivo
Si existe un lugar donde la versión del golpe comando no perdió fuerza es en Delfín Gallo. La noticia conmovió de tal manera a la pequeña localidad del este que los consultados por LA GACETA se sacudieron la modorra de la siesta calurosa que hubo ayer para hablar del caso.
“Este es un pueblo chico y no hay tantos policías, los conocemos. Ellos mismos fueron los que contaron lo que había pasado. Sé que ahora se desconfía de esta versión pero hay gente que vio el Gol gris”, comentó Juan, uno de las pocas personas que ayer a la tarde se encontraban en la plaza que está frente a la comisaría.
Alberto, otro habitante de la localidad, confirmó un dato que trascendió el día de la fuga: por las condiciones de la comisaría, a veces llevabann detenidos a utilizar cabinas telefónicas cercanas. “Sí, pasa. No siempre, pero se los ve. Quizás una vez cada dos semanas”, advirtió.
LA GACETA pudo ingresar a la comisaría, aunque poco después los efectivos solicitaron que se desalojara el lugar. Por lo que se pudo ver, hay dos entradas a las celdas. Una de ellas tiene una estructura de dos filas de barrotes, que ni siquiera se abre cuando les dan la comida. Entre los hierros, ubicaron un televisor de pantalla plana y pequeña, en el que los detenidos miraban ayer una novela, tirados en el piso por el calor que hacía. Frente a ellos, en un patio interno, se guardan todas las motocicletas secuestradas. En todo el lugar se pueden percibir aromas desagradables.
Los efectivos que estaban de guardia dijeron que no estaban en condiciones de realizar declaraciones a la prensa y que no sabían qué había pasado ese día. Sin embargo, fuentes de esa comisaría dijeron que se inclinaban a creer en la versión del golpe comando. “¿Cómo se explica, si no, que un compañero esté con la ART y tan golpeado? ¿Se pegó patadas a sí mismo en la cabeza?”, preguntó uno de ellos de forma retórica.