BUENOS AIRES.- Una mujer oriunda de la ciudad misionera de Montecarlo que vive en Egipto desde 2003 contó que debió buscar refugio en casa de una familia amiga porque era víctima de violencia de género, y pidió al Gobierno de su provincia que interceda para regresar a Argentina, pues su esposo le puso una orden de restricción que le impide salir de ese país.
En una entrevista con Radio News de Misiones, Carolina Pavón relató su situación: al principio "lo dejé pasar pero la violencia fue cada vez mayor, entonces llegó un momento en el que ya no pude más y me fui de la casa". "Me estaba volviendo para la Argentina, pero preferí hacer las cosas bien, hacer el divorcio para tener el derecho de volver a Egipto a visitar a mis hijas; ellas se quieren quedar porque este es su idioma, su religión", explicó.
Pavón estudiaba antropología en Montecarlo, y hace 13 años se casó con Mahmoud Mohammed Mahmoud Ahmed Tarfa, un contador de Alejandría, y se fue con él a vivir a tierras egipcias.
En 2004 regresaron porque se enfermó su abuelo -con quien se había criado- y tuvieron una hija. Pero su esposo no podía trabajar en su profesión pues no tenía validado el título y además no se acostumbraba a vivir en la Argentina, por lo que en 2005 volvieron a Egipto y se llevaron con ellos a la abuela, que padece Alzheimer.
"Acá es una cultura machista, de pronto me vi vestida con velos", relató y aseguró que intentó adaptarse: "en un principio me parecía simpático, me ponen un velo y un trapo en la cabeza y ellos son felices. Pero eso implicó una cosita que lleva a la otra: que tenés que rezar, que tenés que ayunar, que tenés que ser buena musulmana y, con el tiempo, te das cuenta que la mujer vale la mitad del hombre".
Las cosas no empezaron a ir bien y la mujer quiso escaparse varias veces, pero la bajaban del avión. "Con la restricción a salir del país también te quitan el derecho a trabajar, entonces ¿cómo te mantenés?", planteó.
"Mi vida corre peligro. Si él sabe dónde estoy, si me encuentra o estoy afuera en la calle, me puede agarrar y llevarme a la casa y ya está. Si me pega y voy a denunciarlo a la Policía debo llevar dos hombres extraños, que no sean de la familia, o cuatros mujeres extrañas, que hayan visto y quieran hacer de testigo. La mujer es la mitad del hombre, se te ríen en la cara", manifestó.
Pavón le pidió a las autoridades de Misiones que intervengan en esta situación: "esta es mi última carta, no pretendía hacer de mi vida algo tan público y abierto porque se empezó el proceso de divorcio. Pero el proceso va tan lento que ahora no sé qué hacer". (TÉLAM)

BUENOS AIRES.- Una mujer oriunda de la ciudad misionera de Montecarlo que vive en Egipto desde 2003 contó que debió buscar refugio en casa de una familia amiga porque era víctima de violencia de género, y pidió al Gobierno de su provincia que interceda para regresar a Argentina, pues su esposo le puso una orden de restricción que le impide salir de ese país.

En una entrevista con Radio News de Misiones, Carolina Pavón relató su situación: al principio "lo dejé pasar pero la violencia fue cada vez mayor, entonces llegó un momento en el que ya no pude más y me fui de la casa". "Me estaba volviendo para la Argentina, pero preferí hacer las cosas bien, hacer el divorcio para tener el derecho de volver a Egipto a visitar a mis hijas; ellas se quieren quedar porque este es su idioma, su religión", explicó.

Pavón estudiaba antropología en Montecarlo, y hace 13 años se casó con Mahmoud Mohammed Mahmoud Ahmed Tarfa, un contador de Alejandría, y se fue con él a vivir a tierras egipcias.

En 2004 regresaron porque se enfermó su abuelo -con quien se había criado- y tuvieron una hija. Pero su esposo no podía trabajar en su profesión pues no tenía validado el título y además no se acostumbraba a vivir en la Argentina, por lo que en 2005 volvieron a Egipto y se llevaron con ellos a la abuela, que padece Alzheimer.

"Acá es una cultura machista, de pronto me vi vestida con velos", relató y aseguró que intentó adaptarse: "en un principio me parecía simpático, me ponen un velo y un trapo en la cabeza y ellos son felices. Pero eso implicó una cosita que lleva a la otra: que tenés que rezar, que tenés que ayunar, que tenés que ser buena musulmana y, con el tiempo, te das cuenta que la mujer vale la mitad del hombre".

Las cosas no empezaron a ir bien y la mujer quiso escaparse varias veces, pero la bajaban del avión. "Con la restricción a salir del país también te quitan el derecho a trabajar, entonces ¿cómo te mantenés?", planteó.

"Mi vida corre peligro. Si él sabe dónde estoy, si me encuentra o estoy afuera en la calle, me puede agarrar y llevarme a la casa y ya está. Si me pega y voy a denunciarlo a la Policía debo llevar dos hombres extraños, que no sean de la familia, o cuatros mujeres extrañas, que hayan visto y quieran hacer de testigo. La mujer es la mitad del hombre, se te ríen en la cara", manifestó.

Pavón le pidió a las autoridades de Misiones que intervengan en esta situación: "esta es mi última carta, no pretendía hacer de mi vida algo tan público y abierto porque se empezó el proceso de divorcio. Pero el proceso va tan lento que ahora no sé qué hacer". (TÉLAM)