“Esto no se acaba hasta que la gorda cante”, dijo un relator español durante los minutos finales de uno de los partidos de octavos de final de la última Liga de Campeones. Decenas de mensajes de los televidentes llegaron a la transmisión criticando la expresión. El dicho nace en la ópera, en referencia a la mujer de voz potente que cierra el espectáculo y el periodista lo aplicó al partido, que podía definirse sobre el final.

En el caso de Atlético, nadie se ofenderá si decimos que sus partidos no terminan hasta que el árbitro no pita el final. En realidad cualquier partido termina en ese momento pero el “Decano” se especializó en modificar los resultados en los últimos minutos de sus partidos. Atlético convirtió nueve goles en la franja horaria que va del minuto 75 hasta el 90, en sus últimos 18 partidos oficiales.

“Este equipo tiene mucha insistencia, pese al cansancio o si a veces no encontramos los espacios, seguimos yendo y últimamente venimos teniendo recompensa”, explica Cristian Menéndez. Según el delantero, el fenómeno se basa en la tozudez.

Nadie mejor que él para explicarlo: de los nueve goles en esos últimos minutos, el “Polaco” anotó cuatro: Unión (90’), Aldosivi (90’), Argentinos (83’) y Estudiantes (88’) fueron sus víctimas en el último torneo. Rodrigo Aliendro a Huracán (89’), Fernando Zampedri a Defensa (83’), Luis Rodríguez a Belgrano (90’) y Leandro González a Estudiantes (90’) se anotan en la lista. Ante Rafaela, que se había parado muy bien atrás, se repitió la historia. A los 30’ del segundo tiempo, Guillermo Acosta alimentó el mito de que este es un equipo de los momentos finales.

Si los partidos duraran 75 minutos y Atlético no hubiese tenido el tiempo para hacer nueve goles que hizo en los 15 minutos de gloria, no sólo tendría un punto en este torneo sino que habría que restarle siete a la campaña anterior.

“Sabemos que tenemos un plus. Nos conocemos bien y nunca perdemos la fe en que podemos abrir el marcador sobre el final”, reconoce Bruno Bianchi. Todavía no hay dicho apropiado para un equipo así pero para los rivales basta con no relajarse hasta que se escucha el pitazo final.