“No merezco que me maltraten, no soy una sinvergüenza. ‘Laburo’ (sic) todos los días y hay mucha gente que me necesita. Hago todo con el corazón y en regla”. Susana Trimarco se mostró dolida por las publicaciones periodísticas que dieron cuenta de una auditoría que habría detectado supuestas anomalías financieras en la Fundación María de los Ángeles, institución contra la trata de personas que preside. La madre de María de los Ángeles “Marita” Verón (joven secuestrada en 2002 por una red de trata) negó que haya irregularidades en las rendiciones de cuentas y en los balances. De hecho, consignó que firmó recientemente nuevos convenios de asistencia con el Ministerio de Desarrollo Social.
“Son todas mentiras que pretenden ensuciarme. Si hubiese algún problema, ¿creen que el Gobierno hubiese firmado? Incluso recibimos más fondos ahora”, fustigó Trimarco.
Inscribió la publicación en una serie de hechos que se sucedieron en las últimas semanas. “Desde el juicio de trata (que derivó del juicio por el caso de su hija) del mes pasado, surgieron estas cuestiones. Llaman amenazándome. En Internet publicaron que Marita está en Venezuela. Lo denuncié en la Justicia Federal. Estoy harta de las infamias: que sé dónde esta mi hija y que me estoy haciendo millonaria. Es una tortura escuchar esto y ver a mi nieta llorar. Muevo cielo y tierra para saber de mi hija”, lamentó.
Luján Araujo, empleada de la Fundación que se encarga de asuntos financieros, explicó que los papeles están en orden y que ponen especial cuidado en la administración.
Consignó que no fueron notificados respecto de la auditoria. Aclaró que las boletas que fueron difundidas corresponden a gastos de asistencia a las víctimas que rescatan y a actividades de concientización. “Susana no se fue de vacaciones a Córdoba como dicen. Alquilamos esas cabañas en enero porque íbamos a participar del Cosquín Rock, para concientizar. La reserva era para el equipo. Finalmente no participamos del evento y nos devolvieron el 80%. Los comprobantes por productos de limpieza son pedidos de las víctimas que no podemos cubrir con las donaciones. Cuando damos charlas, compramos helados para compartir con ellas. También hay una factura por ropa: era saldo de liquidación, compramos un lote”, dijo. “Tenemos capacitaciones para el personal administrativo. Si hay errores son involuntarios, lejos está de ser por corrupción”, concluyó.