Jane E. Brody / The New York Times

Desde que el gran estudio del gobierno titulado Iniciativa de Salud de la Mujer (ISM) reveló diversos riesgos asociados con las hormonas de la menopausia, millones de mujeres que están en o cerca de la menopausia han estado soportando bochornos y otros síntomas sin posibilidad de tomar ningún medicamento que las alivie. Pero ahora, nuevas investigaciones sugieren que los beneficios a corto plazo de un tratamiento con hormonas para controlar estos síntomas que alteran la vida, superan a los riesgos… siempre y cuando se empiece el tratamiento a tiempo.

Además, ahora hay muchos productos disponibles y diferentes formas de usarlos que mejoran la seguridad del reemplazo hormonal. Incluso existe una aplicación para ayudar a las mujeres y a sus médicos a explorar diversas opciones y a elegir el tratamiento más apropiado.

Para mujeres sin un historial de cáncer, coágulos de sangre o enfermedad cardíaca, la mayoría de las sociedades médicas interesadas en salud de la mujer actualmente recomienda un tratamiento para síntomas de la menopausia por hasta cinco años, usando terapia que combina estrógeno y progesterona e incluso más tiempo para aquellas que solo toman estrógeno.

Las estadísticas

Cada día, alrededor de 6.000 mujeres entran a la menopausia sólo en Estados Unidos. Es decir: más de 2 millones de mujeres al año. A una edad promedio de 51 años, dejan de tener su período porque sus ovarios no producen ya suficiente estrógeno para estimular el crecimiento del revestimiento uterino que se desecha cada ciclo menstrual.

Durante meses antes y hasta una década o más después del comienzo de la menopausia, muchas mujeres presentan síntomas que pueden disminuir seriamente la calidad de su vida al alterar su productividad, sueño, estados de ánimo y capacidad de disfrutar relaciones sexuales.

El síntoma más común -acaloramientos o bochornos- puede dejar a algunas mujeres chorreando de sudor durante varios minutos, varias veces al día, particularmente durante la noche. La resequedad vaginal y atrofia relacionadas con la menopausia pueden provocar una severa incomodidad sexual, dolor y sangrado con el ejercicio, infecciones vaginales y urinarias e incontinencia.

Hasta comienzos de 2000, muchas mujeres con síntomas menopáusicos tomaron terapia de reemplazo hormonal -TRH- para contrarrestarlos. Incluso algunas que no tenían síntomas inquietantes usaron la TRH debido a que estudios de observación indicaban que ésta reducía el riesgo de enfermedades cardiovasculares, al tiempo que populares libros y artículos sugirieron que demoraba señales de envejecimiento. Después, en 2002, los resultados del mayor estudio clínico al azar de reemplazo hormonal, la Iniciativa de Salud de la Mujer, creó algo similar a un pánico menopáusico, impulsando a millones de mujeres maduras a dejar o no empezar con tratamientos de hormonas, lo que llevó a que los médicos no las prescribieran.

El estudio arrojó que, entre las mujeres tratadas con las hormonas, hubo un riesgo mayor de ataques al corazón, embolias, coágulos de sangre y -lo más aterrador para muchas mujeres-, un riesgo ligeramente mayor de cáncer de mama entre aquéllas elegidas al azar para tomar el régimen líder de TRH de estrógenos conjugados de origen equino (Premarin) y una progesterona sintética (Provera) recomendada para mujeres que aún tenían útero. Aquéllas sin útero, quienes fueron seleccionadas al azar para tomar solo estrógenos conjugados, no registraron aumento en cáncer de mama. Es más: tuvieron un ligera reducción.

La combinación hormonal efectivamente protegió contra fracturas de cadera y redujo el riesgo de cáncer colorrectal, pero, para la abrumadora mayoría de mujeres menopáusicas, los riesgos de la TRH parecían -de manera superficial- superar los beneficios.

Desequilibrios

Sin embargo, la doctora Joann E. Manson, endocrinóloga y una de las principales investigadoras de la ISM, aseguró que los hallazgos del estudio han sido malentendidos y malinterpretados gravemente, por lo que se está negando tratamiento a millones de mujeres para quienes los beneficios claramente superan los riesgos. “El péndulo se ha balanceado demasiado lejos”, reconoció. El estudio de la ISM efectivamente no tuvo nada que ver con los síntomas menopáusicos. La mayoría de las 27.347 mujeres que participaron del estudio ya rondaban los 60 y 70 años de edad, una década más después de la menopausia. Más bien, el estudio fue diseñado para precisar si la TRH efectivamente reducía el riesgo de enfermedad cardíaca, el principal asesino de mujeres estadounidenses. Entre estas mujeres mayores, no encontró dicho efecto.

En los años posteriores a los hallazgos de la ISM, muchos análisis y estudios nuevos han llevado a expertos a revalorizar la sensatez de evitar el reemplazo hormonal, particularmente entre mujeres a pocos años de la menopausia cuya historia personal y familiar no las ponen en alto riesgo de contrae cáncer de mama. Expertos como Manson, profesora de medicina en la Facultad de Medicina de Harvard y del Hospital Brigham de la Mujer, sostienen que los resultados del estudio ISM no son relevantes para el uso más común de la TRH para mujeres que rondan los 50 años de edad y para aquéllas que experimenten la menopausia adelantada a consecuencia de tratamientos médicos.

Howard Hodis, cardiólogo preventivo de la Universidad del Sur de California, aseguró que el estudio cometió “un gran error” al aplicarles las hormonas a mujeres mayores, cuando el daño cardiovascular pudiera ya haber ocurrido. “La protección cardiovascular hallada en estudios de observación involucró a mujeres que eran más jóvenes y aún a unos pocos años de la menopausia cuando empezaron a tomar la TRH”, dijo. En un estudio danés realizado entre 1.006 mujeres que entraban a la menopausia, entre aquéllas que recibieron hormonas durante 10 años, hubo una reducción en la enfermedad cardiovascular y cáncer de mama. “Un claro beneficio con riesgo normal”, dijo Hodis. Estos beneficios persistieron después de 16 años de seguimiento, con base en el estudio, que fue publicado en 2012.

A Hodis le perturba en particular la renuencia a prescribir estrógenos para mujeres menopáusicas que han sido sometidas a histerectomías y no necesitan progesterona para prevenir el cáncer endometrial.

El dilema

En un análisis de 2013 en la revista estadounidense de Salud Pública, el doctor Philip M. Sarrel calculó que, con base en índices de muerte reducidos entre mujeres que toman solo estrógeno en el estudio de la ISM, evitar el reemplazo hormonal llevó a las muertes prematuras de 18.601 a 91.610 mujeres en la década posterior a la divulgación del estudio.

A Manson le inquieta el gran número de mujeres -alrededor de un tercio de las que están actualmente en terapia de reemplazo hormonal- que está confiando en productos “mezclados a la medida” que no han sido revisados con respecto a seguridad y eficacia por la Administración de Alimentos y Fármacos, la FDA. Vienen sin advertencia en un folleto promocional adentro y pueden contener contaminantes y dosis inconsistentes. “Hay poca o ninguna razón para seguir la ruta del complejo farmacéutico a la medida”, dijo.

Las mujeres tienen actualmente muchísimas opciones; una amplia diversidad de dosis, desde bajas hasta tradicionales, y formas de emplearlas. Además de píldoras, hay parches, geles y aerosoles aplicados a la piel. Los síntomas vaginales y urinarios pueden ser atendidos con insertos vaginales que contienen cantidades muy pequeñas de estrógeno que no entran al torrente sanguíneo y, por tanto, son seguras para mujeres que han tenido cáncer de mama.

A fin de ayudarles a las mujeres y sus médicos a evaluar opciones de TRH y seleccionar el mejor tratamiento para mujeres de 45 años en adelante con síntomas menopáusicos, la Sociedad Norteamericana de Menopausia ha desarrollado una aplicación móvil, MenoPro, para aparatos iPhone-iPad y Android.