Carl Zimmer / The New York Times

En 1974, el paleoantropólogo David C. Johanson coordinó una expedición a Etiopía para buscar fósiles de antiguos parientes humanos. En una extensión de áridas tierras baldías, divisó el hueso de un brazo. Después, en el área a su alrededor, cientos de otros fragmentos de esqueleto. Resultó que los fósiles correspondían a una sola mujer de tres pies de altura que vivió hace 3,2 millones de años. Los científicos llamaron a su especie Australopithecus afarensis y al esqueleto, Lucy.

Cuatro décadas después, Lucy sigue siendo uno de los descubrimientos más famosos en la historia de la Paleontología. Haber encontrado un solo hueso de esa era habría sido razón para celebrar; encontrar tantos de un mismo esqueleto reveló una tremenda cantidad de información sobre Lucy, y sobre la evolución humana en general.

Su muerte, por otra parte, era un completo misterio un misterio. Ahora, tras escrutar los célebres huesos, un grupo de científicos ha concluido que Lucy murió en forma muy brusca: de una caída de un árbol, a gran altura.

Si tienen razón, el descubrimiento podría producir una pista importante sobre cómo nuestros antepasados evolucionaron de ser primates que vivían en los árboles a ser bípedos que caminaron por la sabana africana. Eso sí, la nueva investigación ha provocado una profunda división entre los expertos. Algunos investigadores la están elogiando, mientras que otros, incluido Johanson, piensan que los autores no fundamentaron en forma adecuada su posición.

Recorrido por EE.UU.

La investigación, publicada días atrás en la revista “Nature”, se realizó porque se llevó al esqueleto de Lucy (normalmente guardado en el Museo Nacional de Etiopía) en un recorrido por Estados Unidos, en 2007. Después de una exhibición en el Museo de Ciencia Naturales de Houston, Lucy pasó 10 días en la Universidad de Texas en Austin, donde los científicos le hicieron una tomografía computarizada a los restos. “Solo decidimos que íbamos a escanear cada pedacito de Lucy porque es posible que nunca más se vuelva a hacer”, dijo John Kappelman, un paleoantropólogo en la Universidad.

Desde entonces, Kappelman y sus colegas han convertido con mucho cuidado los escáneres en modelos tridimensionales, reuniendo los fragmentos virtuales para tener una idea más precisa de las formas originales. En diciembre, notó un rotura intrigante en la parte superior del brazo derecho de Lucy. La revisión de revistas quirúrgicas indicó que podría tratarse de la llamada fractura de compresión, debida a que una fuerza ejerce presión sobre el hueso y, en ocasiones, mete a un hueso dentro de otro. Lo que intrigó a Kappelman fue qué pudo haber causado ese tipo de fractura: una caída de una gran altura. “No es algo que habría sucedido si solo te tropezaste y caíste”, explicó.

Kappelman imprimió un modelo tridimensional, de tamaño humano, del hombro de Lucy y se lo llevó al doctor Stephen Pearce, un cirujano ortopedista en la clínica de huesos y coyunturas en Austin. Pearce estuvo de acuerdo en que la rotura era una fractura de compresión. Otros cirujanos ortopedistas, a los que se consultó, también hicieron el mismo diagnóstico.

Kappelman y sus colegas decidieron entonces inspeccionar todos los huesos de Lucy buscando fracturas que pudieran ser producto de una caída. Además de estudiar los modelos virtuales, Kappelman examinó los fósiles originales en Etiopía.

Lo que hallaron los sorprendió. Los estudios revelaron diversas rupturas que parecían ser posteriores a la muerte de Lucy. Sin embargo, también observaron que había más fracturas por compresión, así como las llamadas fracturas en tallo verde, en las cuales se rompe un hueso por un lado, en forma muy parecida a lo que sucede cuando se quiebra la rama de un árbol vivo. Ambos tipos de fracturas pueden ocurrir en una caída.

Lucy sufrió muchas de esas fracturas, concluyeron los científicos, desde los tobillos hasta la quijada. Ellas indican que venía cayendo primero de pies y luego se inclinó hacia delante extendiendo los brazos con la esperanza fútil de protegerse. “Nos dice que estaba consciente cuando llegó al suelo”, comentó Kappelman. De ser así, Lucy no lo estuvo por mucho tiempo. Las fracturas en la caja toráxica indican lesiones letales en los órganos internos que la habrían matado.

Desde un árbol

Kappelman y sus colegas creen que Lucy debió haberse caído de un árbol. Basan esa conclusión en lo que los geólogos han determinado sobre el entorno donde vivió: en ese entonces, era una zona baja, arbolada, alrededor de un arroyo, sin ningún acantilado cercano.

William Jungers, un paleoantropólogo de la Universidad Stony Brook, quien no participó en la investigación, lo llamó un “escenario provocador, pero plausible”. En tanto, Laura Martín Francés, una investigadora de posdoctorado del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana en Burgos (España), dijo que está impresionada con el nivel del detalle que tiene esta nueva investigación. “Para mí, es bastante preciso lo que han hecho”, notó la investigadora.

Sin embargo, otros expertos dijeron que Kappelman y sus colegas no habían hecho suficiente para descartar otras explicaciones para las fracturas. Ericka L’Abbé, una profesora de antropología de la Universidad de Pretoria (Sudáfrica), dijo que cuando se rompen los huesos vivos, se doblan algunas partes. Una inspección minuciosa de los huesos de Lucy podría haber revelado rastros de ese desdoblamiento. “El principal inconveniente es que no los vieron bajo el microscopio”, notó L’Abbé.

Johanson dijo que era muchísimo más probable que las fracturas que Kappelman atribuye a una caída hayan ocurrido mucho después de la muerte ya que el esqueleto estuvo enterrado bajo arena. “Los huesos de elefante y las costillas de hipopótamo parecen tener el mismo tipo de ruptura”, notó Johanson. “Es poco probable que se hayan caído de un árbol”, agregó.

Los simios pasan mucho tiempo en los árboles y tienen adaptaciones impresionantes para ese tipo de vida. Una de las características más asombrosas del esqueleto de Lucy es la forma de los huesos de las piernas y las rodillas, que, más bien, parecen adecuados para caminar sobre el suelo.

Desde el descubrimiento de Lucy, los paleontólogos han encontrado más fósiles del Australopithecus afarensis. Los mismos que indican que Lucy tenía pies planos y otras características necesarias para caminar.

Algunos investigadores han sostenido también que, en la época de Lucy, nuestros antepasados ya no eran buenos trepadores de árboles ya que habían evolucionado para buscar alimento en el suelo. “El Australopithecus afarensis era, esencialmente, un animal terrestre”, comentó Johanson.

Sin embargo, otros expertos creen que las manos en forma de gancho de Lucy y sus hombros flexibles sugieren que era una trepadora de árboles bastante diestra. Quizá pasaba parte del tiempo en tierra y parte en el follaje. Incluso, algunos investigadores han argumentado que nuestros antepasados distantes desarrollaron, originalmente, la bipedación en los árboles por haber caminado en las ramas. “Se trata de un gran debate”, comento William Harcourt-Smith, un antropólogo del Museo Estadounidense de Historia Natural.

Buscando comida

Kappelman y sus colegas consideraron la posibilidad de que Lucy se cayera de un nido en el que estaba durmiendo. Los chimpancés los construyen a un promedio de 40 pies sobre el suelo. Una caída de esa altura podría haber matado a Lucy, calcularon los científicos.

Sin embargo, Nathaniel Dominy, un biólogo evolucionista del Colegio Darmouth, considera que es poco probable. “Para mí, el escenario muchísimo más factible es que ella estaba trepando en busca de comida”, dijo.

A veces, los chimpancés recolectan miel de las colmenas que están mucho más arriba de sus nidos. Tienen que usar una mano para sostenerse de una rama, mientras meten una vara en la colmena con la otra. “Lucy solo estaba aguantando las picaduras de las abejas, como lo haría un chimpancé. Habría sido algo muy doloroso”, señalo Dominy.

Kappelman ha recibido permiso del gobierno etíope para publicar en línea los datos sobre los huesos, y espera que sus críticos los vean por sí mismos, al detalle. En eLucy.org, los científicos y escolares por igual podrán descargar representaciones en tercera dimensión e inspeccionarlas en una computadora. O, incluso, imprimir moldes de los huesos de Lucy con impresoras tridimensionales. “Estoy feliz de que los archivos 3 D ya estén en la red”, dijo Kappelman.