ÚLTIMA FUNCIÓN
• A las 18, en la sala Orestes Caviglia (San Martín 251). Entrada: $20.
La idea que inspira a “Pibe chorro”, según sus responsables, es salir de la pantalla y generar un debate social amplio y sin tapujos sobre la criminalidad de los menores de edad. El documental está instalado como uno de los más vistos en este campo de la producción cinematográfica argentina, con más de 6.000 expectadores en las siete semanas en exhibición en la sala Gaumont de Buenos Aires, y las dos semanas consecutivas en el Espacio Incaa de Tucumán (instalado en la sala Orestes Caviglia), que concluyen con la proyección que tendrá lugar esta tarde.
El recorrido de este trabajo dirigido por Andrea Testa, ya circula por otras provincias y se abre a otros espacios, como escuelas secundarias, con el espíritu de poder analizar, desde distintas lecturas, “la construcción social que existe sobre el delito y la violencia y repensar la problemática de los niños y niñas que nacen con sus derechos básicos vulnerados, con pocas posibilidades de pensar y desear un futuro, y que al crecer son vistos como peligrosos y futuros delincuentes”.
Testa nació en 1987, y con su primera película de ficción, “La larga noche de Francisco Sanctis” (codirigida con Francisco Márquez), ganó la competencia internacional del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici) y participó de la sección Una Cierta Mirada en el Festival de Cannes de este año. Ambos integran la asociación Documentalistas de Argentina (DOCA).
La productora Andrea Perner destaca, en diálogo con LA GACETA, que “vivimos en un mundo donde hay niños que matan, y no podemos negarlo”. La integrante del Colectivo Hombre Nuevo, organización creada en 2006, asevera que “la película no es paternalista sobre los jóvenes, sino que trata de acompañar otra mirada sobre ellos, que no es la hegemónica”. “El debate debe surgir desde lo que está pasando con los chicos y con lo que la sociedad piensa y ejerce sobre ellos a través de sus instituciones”, añade.
- ¿Cómo surgió la idea?
- Desde el inicio, fue una película para discutir los grandes temas que se plantean. Todo empezó en 2010, cuando la directora se acercó con la propuesta a nuestro grupo, que tiene vínculos con una organización social de desocupados, que trabaja en el barrio 22 de Enero, en La Matanza. Quería abordar cómo se construye la identidad de los pibes chorros en contacto con los jóvenes varones de los sectores populares. Pero no es un trabajo sobre los medios de comunicación ni sobre los discursos hegemónicos, que muchas veces se estructuran para justificar políticas punitivas o temas como la reducción de la edad de imputabilidad.
- ¿De entrada se comenzó a filmar la película?
- No, se empezó con un acercamiento, con talleres culturales de video y de muralismo en barrios, pero al final del primer año mataron a Gabriel, uno de los chicos que participaban con regularidad y entusiasmo de las propuestas y que nunca robó. Su muerte (N. de la R.: fue asesinado por un vecino de su misma edad de un tiro en la cabeza) pudo haber sido la de cualquiera de esa zona, y ahí surgió este documental.
- Fue un disparador brutal.
- Nos quedaron todas las ideas bastante sacudidas, fue un golpe de verdad que nos generó el guión que filmamos. Nos saltó todo con mucha violencia y crudeza. Y lo estructuramos con un formato de collage, con muchas voces que hablan sobre este tema tratando de deconstruírlo y de ver de dónde surge.
- Uno de los que intervienen es Vicente Zito Lema...
- Él aporte sus poesías potentes y sus ideas plasmadas en sus libros sobre la filosofía de la pobreza. Lo elegimos por su compromiso, trayectoria, sensibilidad y arte. De entrada nos planteó que lo más importante era poder trabajar con la verdad al enfocar este tema, como es que hay niños que matan porque ya nacieron muertos. Fue un aporte revolucionario desde el reconocimiento de lo que existe. También participan del filme Gustavo Gallo, que es abogado defensor de menores no punibles; Silvia Viñas y Ana Laura López, que son docentes de la cátedra libre de Derechos Humanos de la UBA; Mecha Martínez, que es militante barrial político social, y el artista Damián Quilici. Lo central son los testimonios de calle, que están filmados fuera de foco. Quedan las descubierto las contradicciones y los contextos.
- ¿Han logrado el objetivo de abrir el debate?
- Creemos que sí. La terminamos cuando se encontró con el público, porque la recepción de la gente nos sobrepasó positivamente, aprendimos a leer las devoluciones, estuvimos en el Gaumont más semanas de lo que preveíamos y vivimos este proceso muy intensamente. Ahora estamos en las provincias, donde también hay muy buena respuesta, y estamos por visitar algunos establecimientos penales. A las salas concurren a verla muchos jóvenes de bachilleratos populares y docentes de escuelas que nos piden copias para proyectarlas con sus alumnos, y esperamos lanzar los DVD a fin de año. Todos nos pueden escribir a nuestra página de Facebook, PibeChorroLaPelicula, ahí establecer contacto.
- Hay un planteo acerca de que reducir la edad de imputabilidad también permitiría que los menores puedan ser sujetos de derecho y defenderse en juicio.
- No se puede pensar en ese derecho en forma aislada. Se pone la lupa sobre los menores para juzgarlos por los delitos, cuando los cometen todos los sectores de la sociedad. Se busca encarcelar a un grupo solamente, que es el que tiene un montón de derechos vulnerados antes, como educación, salud, cultura, trabajo, deporte, que no se garantizan. No se puede ver el sistema de protección de derechos sólo en lo penal o punitivo, porque se pierde de vista todo lo que les pasa. Es casi cínico pensarlo desde este único punto de vista.