El destino quiere que Javier Mendoza y Matías García estén cerca, siempre cerca. Quizás cuando más lejos estuvieron fue al momento de su nacimiento: Mendoza, el primer y único refuerzo de Atlético hasta ahora, largó su primer llanto en el mundo en Tartagal, Salta. García, una de las cinco incorporaciones de San Martín para esta temporada, lo hizo en Bell Ville, Córdoba. Años después, supieron emparejar sus carreras de algún modo, a tal punto que hoy volverán a estar juntos en un mismo campo de juego, además del tiempo que compartirán en la provincia por los próximos 12 meses.

Todo empezó en 2006, cuando con menos de 15 años, ambos coincidieron en la escuela de fútbol de Jorge Griffa, en Rosario. Los hasta ahí casi adolescentes Mendoza (tenía 13) y García (14) compartieron casi seis años en la pensión de Asociación Atlética Jorge Griffa.

“Es un chico muy tranquilo. Su mayor virtud es dormir, es lo que aprendí en todo ese tiempo de convivencia”, bromea García sobre su amigo. “Siempre está haciendo chistes y con ganas de reírse. Tira siempre para adelante”, agrega Mendoza sobre su ahora rival.

Difícil desconfiar de las descripciones cruzadas cuando se conocen desde hace tanto y cuando, repetimos, siempre estuvieron tan cerca. LG Deportiva decidió pasarlos a buscar de sus nuevas casas y juntarlos para hacer una producción audiovisual. Ni siquiera en su misma estadía en Tucumán estarán lejos ya que apenas los separan cuatro cuadras dentro de barrio Sur.

“¿Javier vive en el centro?”, pregunta “Caco”. La respuesta y la consecuente explicación de que no hay ni 500 metros entre ellos le sorprende pese a su historial de coincidencias.

Porque incluso después de convivir en una misma habitación en Rosario por años, la siguieron en La Plata. En 2012, García partió hacia Gimnasia y un año después, como no podía ser de otra manera, Mendoza lo siguió hasta allí.

“Por suerte él (García) estaba ahí porque me ayudó mucho con la adaptación y se me hizo todo mucho más fácil”, confiesa el jugador de Atlético, que llegaba desde una pequeña escuela a un club de Primera, sin escalas. El año de ventaja de su amigo le sirvió.

Y pese a que esta noche Mendoza será titular y García suplente, ninguno promete respetar la cordialidad que mantienen hasta aquí, entre ambos. “La buena onda se corta en el partido, ja. Compartimos muchos clásicos juntos (Estudiantes-Gimnasia) y ahora en menos de dos semanas que estamos acá nos toca estar enfrentados. Cada uno va a tratar de defender lo suyo”, dice el lateral volante “santo”. “Espero cruzarme con él en el partido. Nosotros igual vamos a querer ganar y darle una alegría a la gente”, agrega Mendoza.

Sobre el final de la nota y como si la Copa Bicentenario no fuera suficiente para el ganador, los amigos que hoy se olvidarán de serlo, acompañan el plato principal con una apuesta. “Apostemos una docena de empanadas, que por ahora no tuve tiempo de probarlas”, arriesga García. “Mejor que sean tres así tenemos para toda la semana”, retruca el “decano”, con la confianza que le tiene a su rival y a su propio equipo.