El político suele adelantar. Tiene la información antes y en base a ella proyecta el futuro. El buen político ve progreso en el campo agreste donde todavía no se plantó la semilla. El gran problema para los peronistas tucumanos es que no ven nada. Están ciegos. Les encantaría tener la brújula que les muestra en qué anda Juan Manzur, qué piensa y qué quiere hacer. Los más críticos dicen que no se lo ve nunca y que siempre está en Buenos Aires viendo cómo quedar bien con el gobierno nacional. Los más manzuristas le ponen la cucarda de buen gobernante y destacan encuentros como los del sábado pasado. José ni ningún otro gobernador trajo a tantos empresarios hasta aquí, se pasaron repitiendo.

La orfandad de los peronistas tucumanos es mayúscula. Hay tres líderes que no lideran. Hay tres estrellas que no brillan. Hay tres conductores que no conducen. Manzur es un jeroglífico que nadie puede descifrar. Osvaldo Jaldo por ahora es el Reutemann de los mejores tiempos de la fórmula 1: está destinado a ser el número 2. Vaya por donde vaya aparecen los cartelitos que le recuerdan que es el segundo y que por ahora no puede ser primero, aún cuando muchas veces tome las riendas de la conducción. Jamás podrá sacarse de encima que juró (aún cuando esté muy devaluado sigue siendo un juramento) que José Alperovich es el mejor gobernador de la historia de Tucumán. Tampoco Jaldo podrá olvidar que es el número 2 de Manzur y que le debe respeto y cuidado a su gestión.

El tercero de la discordia es Alperovich, que -aunque a él no le guste- ya no conduce. Se sienta en la cabecera de la mesa y llama dirigentes, pero de 10 llamados le responden varios menos. La desagradable historia de José López es un bidón de nafta con el que ha terminado rociado Alperovich. No le es fácil sacarse de encima eso. Paralelamente, mientras anda como un saltimbanqui por toda la provincia, advierte a quien quiera oírlo que él no quiere perturbarlo a Juan. Para peor las encuestas lo están llamando a reflexionar. Las que aparecieron muestran que ya no es el que era ni mucho menos el que él quiere ver. Seguramente Alperovich puede soñar con volver en 2019, pero este 2016 no es tiempo para atrapar sueños.

En síntesis: el peronista que ya tiene en la mira los comicios de 2017, con hambre y con revancha, tiene más dudas que certezas. Un dirigente de la Capital, por citar un ejemplo, se quedó sin la Municipalidad como caja de resonancia y tiene un gobierno con ministro de poca cintura política. Están viviendo en un mundo atípico respecto de lo que estaban acostumbrados y se sienten desolados. Hace unos días el diputado de Libres del Sur dejó descolocado a más de uno. Federico Masso terminó en una visita política con los hermanos Yedlin y hasta con la esposa del intendente de la Capital. Hay quienes entienden que los buenos modos y las relaciones tienen un límite. En cuestiones electorales los peronistas deberíamos tener algunos privilegios, repiten soltando espuma por la boca algunos con ánimos de vendetta. Aún no aparecen los candidatos para la lista de cuatro diputados que pelearán en 2017. Sin embargo, ante la ausencia de conducción del PJ nacional y la orfandad provincial van a ser muchos los oficialistas que saldrán al ruedo. Cabe recordar que a las Primarias Abiertas Obligatorias y Simultáneas (PASO) las financia el Estado.

Una frase al hígado

El mes del Bicentenario terminó con todas las luces encendidas. Los principales empresarios de la Argentina vinieron a la Casa Histórica. El tiempo dirá si además sirvió para que germinen emprendimientos futuros. En ese encuentro, una frase del presidente del Consejo Interamericano de Comercio y Producción fue un golpe al futuro... y al pasado. “Somos el producto de un país poco apegado a la ley y eso se transpira en toda la sociedad: desde las autoridades hasta los sectores más bajos. Venimos de una época en la que parecía que cumplir las normas no tenía mucho sentido y se las cuestionaba. Debemos organizar nuestra sociedad a partir de respeto por la ley y de un Estado de derecho que gestione con amplias protecciones constitucionales”... dijo Adrián Werthein. Después de esa reflexión está claro que todos hicimos algo mal.