Durante su segundo día en Polonia, el papa Francisco rezó en la capilla de la Virgen Negra en Czestochowa, el principal lugar de peregrinación de ese país.
Decenas de miles de fieles le dieron la bienvenida con gritos de júbilo y banderas en el Monasterio de Jasna Góra, que alberga una imagen de la Virgen rodeada de leyenda. Los creyentes participaron a continuación en una misa por el 1.050 aniversario de la cristianización de Polonia.
El papa les dio un susto a los peregrinos porque se tropezó y cayó al inicio de la misa al aire libre, pero el religioso de 79 años se puso de pie de inmediato con ayuda de dos asistentes y pronunció su homilía sin sufir al parecer ninguna consecuencia.
En su mensaje, Francisco criticó las ansias de influencia y poder y llamó a las personas a hacerse "pequeñas" y cercanas como Dios, a mostrar humildad, amor por el prójimo y generosidad. “Dios prefiere instalarse en lo pequeño, al contrario del hombre, que tiende a querer algo cada vez más grande. Ser atraídos por el poder, por la grandeza y por la visibilidad es algo trágicamente humano”, manifestó, según reprodujo la agencia DPA.
El Papa puso como ejemplo de ello también a la Virgen, que "no es dueña ni protagonista, sino madre y sierva".
Por la tarde, el pontífice regresó a Cracovia, situada a unos 120 kilómetros, donde viajó en tranvía por la ciudad y saludó en el parque de Blonia a los participantes en la Jornada Mundial de la Juventud.
En esta jornada participan hasta el domingo medio millón de peregrinos de 187 países.