La Copa Davis es como las callecitas de Buenos Aires: tiene ese “no sé qué” atractivo, seductor, absolutamente vivencial. Y también un “no sé qué” capaz de transformar un monólogo sin incógnitas en una catarata de nervios sin control.
Eso ocurrió en el primer punto del sábado (segundo de la serie), la desproporcionada victoria de Fabio Fognini sobre Juan Mónaco. El 6-1, 6-1 y 7-5 del italiano jamás estuvo en discusión. Menos de una hora para los dos primeros sets, y en el tercero, el local consiguió un quiebre, para 3-1, que juzgó definitivo. Por eso, tal vez, la distracción que permitió un cierre numérico algo más parejo.
El monólogo, al mismo tiempo, fue una colectora de nervios del lado argentino. La lógica especulación llevaba a pensar que un Fognini en ese nivel, poco menos que aseguraba su single del domingo. Y entonces, el doble dejaba de ser importante para convertirse en imprescindible.
Ese contexto de atmósfera tuvo la vuelta de Juan Martín Del Potro a la Davis. Semejante carga emotiva se canalizó de manera favorable y el comienzo fue perfecto. La “Torre” y Guido Pella hicieron lo suyo y aprovecharon un profundo déficit de sus rivales, materializado en la floja actuación de Paolo Lorenzi. En cuanto este normalizó su rendimiento, el partido se emparejó hasta convertirse en una tensa e inestable lucha definida por un único quiebre en el quinto set. Fueron 3h 50’ con altibajos, con un Pella protagonista y con un “Delpo” esporádico, que impactó con sus habituales reservas del lado del revés.
El 6-1, 7-6, 3-6, 3-6 y 6-4 de la dupla argentina deja bien perfilado un domingo que, en mirada previa, parece tener la única seguridad de los nombres del primer punto, Fognini-Delbonis. Quiénes jugarán el quinto, si todavía tiene sentido, es una pregunta de varias respuestas.