El ansiado reordenamiento urbanístico
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Se suele decir que una casa es el reflejo de quienes viven en ella, de manera que una ciudad es el espejo de sus habitantes. Urbanización caótica, tránsito cada vez más colapsado, suciedad, son algunas de las características de San Miguel de Tucumán. Desde la década de 1990, expertos extranjeros, nacionales y locales han realizado estudios y propuestas para mejorar estos aspectos. En diciembre de 2005, fue presentado el Plan Estratégico Urbano Territorial de San Miguel de Tucumán, elaborado por urbanistas, funcionarios y vecinos, pero se lo aplicó parcialmente y los resultados están a la vista.
Hace pocos días, una comentarista de LA GACETA online afirmaba que caminar por Tucumán era cada vez más difícil. “Ni los autos ni las motos ni los ciclistas respetan las prioridades de los peatones. No hay seguridad ni cuando uno cruza correctamente por las esquinas y con los semáforos. Las motos se estacionan en las veredas e incluso circulan por ellas. Ni hablemos del estado de las veredas. Pozos, aguas servidas. Un asco. ¿Cómo puede una caminar tranquilo? La impunidad de todos los que andan con sus vehículos en esta provincia es indignante”, señalaba María Barrio (12/7).
Iniciativas para organizar el tránsito las hubo siempre. Por ejemplo, la organización Ciclovías Tucumán propuso a las autoridades provinciales hace más de dos años la construcción de bicisendas en el microcentro. Solicitaron que estas se habilitaran en seis calles céntricas (Laprida, 24 de Septiembre, 25 de Mayo, San Martín, Ayacucho y Chacabuco) lo cual ayudaría a descomprimir el tránsito en el centro y reducir los accidentes, según un estudio previo.
En julio de 2006, disertó en nuestra ciudad uno de los responsables de la transformación de Barcelona en una “marca” urbanística y cultural que brilló en los Juegos Olímpicos del 92, y que sigue brillando como una meca innovadora en la oferta turística del siglo XXI.
El especialista catalán dijo en la ocasión que no pueden emprenderse grandes obras si no hay servicios públicos que aseguren que una urbe funcione. Indicó que se debía pensar en esta ciudad para los próximos cuatro o cinco años y cuando ya estuvieran funcionando las cosas anticipadas, empezar a hacer algunas cosas extraordinarias en la red de centros sociales en los barrios; en la descentralización municipal para que los servicios estén cerca de los ciudadanos; en la viabilidad. Sostuvo que una ciudad debería ser la suma de todos, es decir una urbe con más oportunidades educativas, de salud, de empleo, de circulación. En esa ocasión, preguntó: “¿cuál es el proyecto de futuro de Tucumán? ¿Qué quieren ser ustedes dentro de cinco años? ¿Quieren estar entre las cinco ciudades más importantes de Argentina? ¿Sí o no? No se los va a regalar el Presidente; lo tienen que trabajar ustedes. Me han dicho que en esta provincia hay 60.000 estudiantes, cinco universidades. A lo mejor Tucumán tiene que ser la ciudad de la inteligencia, del conocimiento”.
El bicentenario que acabamos de celebrar, puede ser un buen motivo para recuperar esa capacidad de pensar en grande que hace mucho perdimos los tucumanos. Es hora de definir qué ciudad queremos, qué haremos para concretar el objetivo y tomar en consecuencia las decisiones necesarias. Si no comenzamos a pensar el futuro en forma colectiva, es probable que nos animemos a emprender algo extraordinario.
Se suele decir que una casa es el reflejo de quienes viven en ella, de manera que una ciudad es el espejo de sus habitantes. Urbanización caótica, tránsito cada vez más colapsado, suciedad, son algunas de las características de San Miguel de Tucumán. Desde la década de 1990, expertos extranjeros, nacionales y locales han realizado estudios y propuestas para mejorar estos aspectos. En diciembre de 2005, fue presentado el Plan Estratégico Urbano Territorial de San Miguel de Tucumán, elaborado por urbanistas, funcionarios y vecinos, pero se lo aplicó parcialmente y los resultados están a la vista.
Hace pocos días, una comentarista de LA GACETA online afirmaba que caminar por Tucumán era cada vez más difícil. “Ni los autos ni las motos ni los ciclistas respetan las prioridades de los peatones. No hay seguridad ni cuando uno cruza correctamente por las esquinas y con los semáforos. Las motos se estacionan en las veredas e incluso circulan por ellas. Ni hablemos del estado de las veredas. Pozos, aguas servidas. Un asco. ¿Cómo puede una caminar tranquilo? La impunidad de todos los que andan con sus vehículos en esta provincia es indignante”, señalaba María Barrio (12/7).
Iniciativas para organizar el tránsito las hubo siempre. Por ejemplo, la organización Ciclovías Tucumán propuso a las autoridades provinciales hace más de dos años la construcción de bicisendas en el microcentro. Solicitaron que estas se habilitaran en seis calles céntricas (Laprida, 24 de Septiembre, 25 de Mayo, San Martín, Ayacucho y Chacabuco) lo cual ayudaría a descomprimir el tránsito en el centro y reducir los accidentes, según un estudio previo.
En julio de 2006, disertó en nuestra ciudad uno de los responsables de la transformación de Barcelona en una “marca” urbanística y cultural que brilló en los Juegos Olímpicos del 92, y que sigue brillando como una meca innovadora en la oferta turística del siglo XXI.
El especialista catalán dijo en la ocasión que no pueden emprenderse grandes obras si no hay servicios públicos que aseguren que una urbe funcione. Indicó que se debía pensar en esta ciudad para los próximos cuatro o cinco años y cuando ya estuvieran funcionando las cosas anticipadas, empezar a hacer algunas cosas extraordinarias en la red de centros sociales en los barrios; en la descentralización municipal para que los servicios estén cerca de los ciudadanos; en la viabilidad. Sostuvo que una ciudad debería ser la suma de todos, es decir una urbe con más oportunidades educativas, de salud, de empleo, de circulación. En esa ocasión, preguntó: “¿cuál es el proyecto de futuro de Tucumán? ¿Qué quieren ser ustedes dentro de cinco años? ¿Quieren estar entre las cinco ciudades más importantes de Argentina? ¿Sí o no? No se los va a regalar el Presidente; lo tienen que trabajar ustedes. Me han dicho que en esta provincia hay 60.000 estudiantes, cinco universidades. A lo mejor Tucumán tiene que ser la ciudad de la inteligencia, del conocimiento”.
El bicentenario que acabamos de celebrar, puede ser un buen motivo para recuperar esa capacidad de pensar en grande que hace mucho perdimos los tucumanos. Es hora de definir qué ciudad queremos, qué haremos para concretar el objetivo y tomar en consecuencia las decisiones necesarias. Si no comenzamos a pensar el futuro en forma colectiva, es probable que nos animemos a emprender algo extraordinario.