Seis tucumanos, presuntos miembros de una red de “piratas del asfalto”, fueron detenidos el miércoles en Córdoba. Estarían involucrados en una megacausa que investiga la fiscala de Instrucción Adriana Giannoni en la que se sospecha que transportistas de larga distancia simulaban robos para cobrar el seguro y revender luego la mercadería en el mercado negro. La estafa sería millonaria.

Según pudo comprobar Giannoni, entre 2012 y 2014 se presentaron más de 100 denuncias de estas características en todas las fiscalías de la capital. Todas eran idénticas: las supuestas víctimas (choferes de camiones transportistas de carga) decían que en pleno viaje eran asaltados en otras provincias por entre cuatro y cinco personas armadas que se desplazaban en camionetas o motocicletas; los “piratas del asfalto” los reducían y los trasladaban a un lugar alejado donde les sacaban la mercadería y después los liberaban.

Pero las cosas se habrían dado de otra manera. La fiscala cree que los choferes realizaban autorrobos para quedarse con la mercadería y venderla de manera ilegal, y que hacían la denuncia para estafar a las compañías de seguro.

Como los hechos se habrían producido en distintas provincias, el ministro Público Fiscal Edmundo Jiménez envió a los poderes judiciales de todo el país detalles del caso para que estuvieran alertas ante esta modalidad delictiva.

Por ese caso, la semana pasada viajó a Tucumán un fiscal de Córdoba quien también contaba con información de la misma causa y quería unificar datos con Giannoni. Después de entrecruzar información, el fiscal cordobés le ordenó medidas a Gendarmería Nacional. Esos allanamientos y detenciones se realizaron el miércoles en distintas localidades de Córdoba.

Los detenidos, según fuentes de Gendarmería, eran integrantes de una familia de Tucumán que simulaba estos robos. Contaban con una flota de camiones y depósitos donde guardaban las mercaderías, que luego revendían en forma ilegal. Entre los detenidos se encuentran algunos integrantes del llamado “Clan Quinteros”, uno de los cuales sería el jefe de la banda, y choferes que operaban en distintas provincias. Las fuentes dijeron que los productos que robaban eran diversos y considerados “artículos de fácil ubicación en el mercado”, como bebidas alcohólicas y cañerías.

Cuando allanaron sus depósitos, los gendarmes encontraron 10 bidones de pólvora, unas 5.000 ojivas (proyectiles utilizados en conflictos militares) y cajas de fulminantes junto a un remito que señala que tenía como destino la Policía de Neuquén.

También fueron secuestrados siete camiones, seis semirremolques, tres camionetas (Hilux y BMW), un automóvil Peugeot, computadoras y teléfonos celulares, $ 50.000 en efectivo y $ 70.000 pesos en cheques, además de documentación de importancia para la causa.