¿Qué es la liturgia de multitudes? ¿Como se organiza una misa al aire libre para más de 100.000 personas? ¿Qué cosas hay que tener en cuenta? Las Hermanas Adoratrices fueron las encargadas de administrar la liturgia durante todo el Congreso Eucarístico y, a decir de ellas mismas, la tarea no fue nada sencilla. “La preparación de los copones con las hostias lleva más de tres horas, porque no sólo hay que tener cuidado y delicadeza, sino también un profundo respeto”, señaló la hermana Teresa, superiora de la orden.

Para la misa de ayer, por ejemplo, fueron consagradas unas 22.000 hostias, que se dispusieron en un altar cerca del altar mayor, en medio del campo. Y hubo que custodiarlas todo el tiempo. “En las celebraciones anteriores nos habían asignado un altar atrás, muy alejado y los sacerdotes debían caminar muchísimo hasta llegar a los copones. Ahora todo se hizo de manera impecable y el resultado está a la vista”, agregó la religiosa. Los fieles pudieron comulgar gracias a que una gran cantidad de sacerdotes y ministros de la Eucaristía se distribuyeron por el predio para repartir la comunión. “En misas de esta magnitud, la colaboración de todos es importante. Mientras unos distribuimos la comunión, otros nos turnamos para realizar las confesiones durante toda la ceremonia”, señaló el padre Carlos Campos, de Santa Fe. “Lo importante -agregó- es que todos puedan recibir a Cristo a través de la eucaristía. Y nosotros somos sólo un instrumento para lograr ese objetivo primordial para los cristianos”.

No solo peregrinos llegaron en grandes cantidades. En las dependencias del Seminario Mayor diocesano los 65 tucumanos que se están formando para la vida consagrada fueron los alegres anfitriones de casi 500 seminaristas de todo el país que vinieron al Congreso Eucarístico. Eso se vio claramente durante la misa de clausura, en la que jóvenes con sotanas y sin ellas, con clériman o sin él y con hábitos de distintas órdenes religiosas se pasearon por todo el predio.

“Fue una experiencia muy linda estar todos juntos. La fe, la alegría, la espiritualidad vivida al máximo son cosas que no se pueden olvidar fácilmente”, señaló el padre Roberto Fernando Mamaní, salteño de la orden franciscana.

Esta experiencia solo pudo ser posible en el marco del Congreso Eucarístico, al que mucho seminaristas lo tomaron como una muestra de la importancia de su propia vocación. “Me pongo a pensar en el futuro y me doy cuenta de que no es un hecho menor, eso me llena de entusiasmo, de ganas de seguir este camino. Es también un hecho enriquecedor para la Iglesia en la Argentina. Es una experiencia eclesial gigante. Se ve la gran riqueza de la Iglesia argentina toda junta. Esto a uno lo forma mucho”, señaló Arturo, de Santa Fe.

En tanto Emilio, un seminarista de Tucumán, se sintió orgulloso de haber colaborado en la organización del encuentro. “Me llena de orgullo que se haya realizado en Tucumán. Estamos demostrando una organización y un despliegue muy profesional que no es muy característico del norteño pero que, en esta oportunidad nos ha dejado muy bien parados a todos”, argumentó.