No hace falta vivir en Buenos Aires para haber escuchado alguna vez los nombres del Camino de Cintura y del Camino Negro; suenan con frecuencia en los medios de comunicación y normalmente se los vincula con noticias que hablan de inseguridad, drogas, clientelismo, corrupción y narcopolítica. Tampoco hace falta haber viajado a las costas del Río de la Plata para saber que entre estas dos rutas se encuentran algunos de los bolsones de pobreza más grandes de la Argentina. Justamente es allí donde Jorge Lugones realiza su labor pastoral.
El obispo de Lomas de Zamora (quien también ocupó el mismo cargo en Orán) afirma que la Iglesia argentina está muy preocupada por tres temas claves: las adicciones, el aumento de la pobreza y la falta de trabajo. Lo hizo durante una entrevista con LA GACETA en la ex Quinta Agronómica. Allí, el prelado participó de una mesa panel titulada “La conversión ecológica y ecología integral” junto a Lorena Echagüe, de la Comisión Nacional de Justicia y Paz. Fue una de las actividades centrales de la agenda de la Pastoral Social en el Congreso Eucarístico.
- Las actividades vinculadas con la pastoral social suelen estar entre las que más jóvenes atraen. ¿Eso puede ayudar a superar la crisis de vocaciones que enfrenta hoy en la Iglesia?
- Creo que sí; hay un punto importante: a los jóvenes hoy les ofrecés una actividad social y ellos te dicen “nos prendemos”. El discernimiento vocacional es un paso posterior que nosotros vemos que se da en chicos y chicas más grandes.
- ¿Cuáles son los desafíos que tiene hoy la Iglesia desde el punto de vista social?
- En lo que respecta a las adicciones, la semana pasada le decíamos a la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, que a las causas del problema las tiene que atender el Estado, a los narcotraficantes los tiene que combatir el Estado. Y la única manera de hacerlo es confiscándoles la plata. Otra cosa son los adictos, que son las consecuencias de la drogadependencia, y con los que nosotros trabajamos. Por otro lado, el tema de la pobreza se ha agudizado. Se está produciendo una multiplicación de merenderos y de comedores. Y no estábamos preparados. En Cáritas no recibíamos alimentos desde marzo por parte del Estado. Y la demanda de alimentos, sobre todo, se fue generando en estos últimos meses. Otro tema que es acuciante es el del trabajo. Vengo de la zona del conurbano donde está todo el trabajo informal, la Salada, la Saladita... La gente vive de eso, pero no hay trabajo, porque ahora la gente compra menos.
- ¿Hay salida en el corto plazo?
- En el corto plazo hay que atender la emergencia, pero con eso no hacemos nada. Hay que trabajar en el mediano y en el largo plazo. En el mediano, los sectores políticos, dirigenciales, la Iglesia y los diferentes estamentos deben trabajar juntos. Después hay que crear una política de Estado a largo plazo.
- ¿Los políticos escuchan a la Iglesia?
- Yo creo que sí la escuchan. Lo que pasa es que a veces se hace lo que se puede. Pero también hace falta un convencimiento. Las tres encíclicas del Papa terminan hablando sobre la espiritualidad. Espiritualidad significa cómo yo intento cambiar mi mentalidad. De ahí viene la conversión. Porque si no hay un cambio de mentalidad no va a haber acción.
- Entonces los políticos deben cambiar de mentalidad...
- Y… deberían hacer lo posible para desprenderse de la apariencia, del mostrarse, del espejo; hay que ponerse el overol, trabajar y dialogar mucho.
- A partir de su experiencia en el conurbano. ¿qué les recomienda a los tucumanos para trabajar con las adicciones?
- El tema es la familia: el Papa propone cómo cuidar a la célula básica de la sociedad, que es la familia. Sin familia no podemos hacer nada.